Hogar de un demonio (Privado)

-No es mi intención pero...sí, te reto -dijo mientras asentía con la cabeza. Se levantó para coger él mismo la botella del carrito y llenar después la copa del chico- William...trae algunas de nuestras reservas -ordenó sin dejar de mirar a Bal con la mirada desafiante y una sonrisa en los labios- no sabemos cuantas gastará el amigo Baladaur antes de caer rendido a los pies del alcohol y por ende a los míos, ya que soy la otra parte de la apuesta. ¡Séllemosla!..con un beso -y besó sus labios y atrapó su lengua en un roce fugaz que duró a penas unos segundos.

A pesar de no haber bebido prácticamente nada Bal ya andaba corto de reflejos, y tan sólo logró darle una bofetada al aire cuando el demonio se apartó de él después de besarle. Le miró con una ceja arqueada y alzó ambas manos en señal de estar pidiendo una explicación.

-Si, es bueno ver que formo parte de las decisiones que se toman aquí-se quejó tomando de nuevo la copa, cogiéndola bien y comenzando a beber. A penas se la terminó de dos tragos lentos y largos, pero es que tampoco creía que aquello de sabor tan dulce y embriagante pudiera hacerle demasiado mal.

El demonio sonrió antes de volver a llenar la copa del chico.

-Tus reflejos ya se ven mermados..querido mío -comentó con una risita, llenando también su copa para, después, terminarse el vino de un solo sorbo- es que yo suelo sellar así mis apuestas -mintió a medias, dándole la explicación que sus gestos le habían pedido- ¿Cómo lo haces tú?..¿O no haces apuestas nunca..?

-Sinceramente... aunque selles tus apuestas no me queda muy claro que consigues besándome....-comentó arqueando una ceja, volviendo a acercarse la copa a los labios-. Seguro que me has echado un embrujo de esos por si pierdo... Que por cierto... ¿Qué se gana aquí y cuando se gana?-le preguntó alzando una ceja, mirándole mientras apoyaba los labios en el fino borde de la copa y bebía a penas un par de sorbos, notando como ya el sabor del vino no era el mismo que al principio.

-Diversión es lo que obtengo -comentó con sinceridad y se echó a reir.

William había vuelto con una caja llena de botellas de uno de los mejores vinos de la región. Le había costado sudor y lágrimas transportarla pero al fin la colocó en el suelo y el demonio le ordenó que se retirara de la habitación. Si era requerido nuevamente se le avisaría.

-Baladaur -comenzó, retomando la conversación- como eres tú el objeto de la apuesta, creo que tienes derecho a elegir qué quieres ganar...si vences, claro está..¿Qué quieres? dentro del límite de lo razonable -comentó, como si no pudiera darle cualquier cosa material que pudiera comprarse con dinero.

-¿Yo soy el objeto de la apuesta? ¿Eso que quiere decir?-preguntó alzando un poco la voz, alarmado, aunque no se había planteado nada aún, ni si quiera sabía qué podría.

Con la copa aún en la mano la meneó un poco antes de bebérsela entera y quedarse pensativo.

-Si gano... creo que quiero que me regales algo. Alguna cosa que tengas por aquí y a la que tengas especial cariño...-le dijo mirándole un momento-. ¿Y si ganas tu?

-¡Por supuesto que eres el objeto! -exclamó sobresaltado- eres tú quién ha dicho que no era posible tumbarte bebiendo -meneó la cabeza a ambos lados, sonriendo levemente- entonces está claro, eres el objeto, el experimento. A mí no es posible vencerme, recuerda que te llevo una humanidad de ventaja -le guiñó el ojo y señaló la caja de vinos- hay seis botellas, será el límite....Habrás ganado si continúas de pie y -puntualizó, como única condición- algo lúcido, aunque sea muy poco. Si gano yo, como creo que será...

Pensó un momento antes de responder qué quería si vencía en esa apuesta. Realmente no deseaba nada especial porque todo lo que se le ocurría divertido sabía que Bal estaría en contra de cumplirlo y ponerle en un compromiso no se le antojaba entretenido como lo sería ser otra persona. Miró al chico, con una ceja fruncida y con los brazos cruzados.

-No se me ocurre nada chico, es que todas mis ideas son demasiado perversas para ti..dejemoslo en que..me estoy divirtiendo y punto -se levantó para coger las botellas y alinearlas sobre la mesa. Destapó una y llenó la copa de Bal- que empiece pues el juego.

El muchacho miró la caja de las botellas y después miró al demonio.

-Verás... dentro de lo que cabe soy bastante normal... y no puedo beber tanto porque terminaría vomitando en tu estupendo tapizado, de modo de dejémoslo en que siga en pie hasta que no pueda meter nada más en el estómago...-le dijo arqueando una ceja y bebiéndose de un sòlo trago toda la copa.

-Pero más te vale ponerme un objetivo o no beberé ni un sorbo más. Me ofendes si me dices que no puedo cumplir mi parte si pierdo, por muy... perversa que sea. No daría más que mtivos para tratar de ganar...

Kratos resopló, parecía decepcionado y se hundió en su silla. No habló en varios minutos. Sopesaba la situación pensando que, al fin y al cabo, Bal era medio ser humano y no podía exigirle tanto como exigía a sus amigos sobrenaturales cuando hacían apuestas de ese tipo. Se enfurrunó más consigo mismo y con la situación que con Bal pero suspiró.

-Vale está bien, hasta donde puedas llegar -dijo, el entretenimiento había huído de sus labios hasta que el chico aseguró que cumpliría su parte aunque fuera maligna- ¿Lo harías?...es muy, muy, muy desagradable..te pondría en un compromiso Bal...-se volvió hacia él, habiendo recuperado el ánimo- te diré lo que quiero si gano. Quiero que le des una bofetada a....-se acarció la barbilla, pensando a quién usaría como objeto-..a John..sí, a ese entrometido del demonio..

Bal se sorprendió por aquello y abrió muchos los ojos.

-¿Por qué iba a pegarle?-preguntó frunciendo el ceño. No, no lo haría, entre otras cosas porque estaba empezando a notar a aquellas alturas como la cabeza se le empezaba a ir-. Estás loco si crees que voy a... hacer pagar a alguien que no tiene culpa de que yo no aguante más beber-le espetó levantándose de golpe, sin embargo, la velocidad a la que había bebido y aquel movimiento brusco hicieron que la cabeza y el estómago le dieran un vuelco y se cayó de nuevo en la silla como un peso muerto-. No hay trato...-masculló mareado.

-Ya lo sabía -se encogió de hombros- sabía que no lo harías, como ya dije antes. Si no hay trato entonces no hay apuesta..-suspiró, cruzando los brazos sobre su pecho observó como Bal caía sobre la silla desmadejado. Estaba claro que no podría continuar mucho más- mírate Bal, no aguantas bien el alcohol, no puedes resistir mucho más....En fin, ha sido divertido lo que ha durado -aseguró- lástima que no hayas querido continuar, tal vez hubieras ganado y entonces...vayaaa..entonces me hubieras puesto en un serio compromiso...-suspiró un instante- Bueno..¿Qué quieres hacer chico ahora?..¡aprovéchate muchacho de la situación! si puedes...porque te veo mal..-comentó con una risita..

El chico se levantó de nuevo de la silla y con un simple movimiento de mecedora se dejó caer sobre la del demonio, sujetándose en el respaldo para mirar a Kratos de frente.

-Hablas.... demasiado...-declaró finalmente frunciendo el ceño-. No hay apuesta, claro está... pero yo sigo en pie y no voy a darle una bofetada a nadie... ¡o quizá si! A ti, como no dejes de decir idioteces para ponerme en evidencia...-le decía mientras golpeaba repetidamente su pecho con un dedo.

El demonio lo observó con la boca abierta, parpadeando un par de veces y con el entrecejo levemente fruncido. Trató de reprimir una risa porque le hacía gracia el modo en el que el chico golpeaba su pecho con el dedo.

-¿En evidencia? -atrapó el dedo de Bal con una mano y lo conservó entre sus dedos- has sido tú el que ha lanzado el reto, el que ha dicho que propusiera eso que consideras una abrerración y ahora..¿Me culpas?..Entiendo..te sienta mal beber y te crees con derecho..-rió levemente mientras lo contemplaba con una expresión que danzaba entre la diversión y la compasión- pero te sugiero que no pienses siquiera en golpearme Bal...estoy empezando a tomarte...¿Cómo lo llamáis vosotros? -meditó un instante, como si estuviera buscando la palabra idónea para ese momento-..afecto. Sí, eso es. Te estoy tomando afecto con todos los beneficios que eso conlleva...Así que, contrólate...qué culpa tengo de ser como soy y tú de no soportar el alcohol..-hablaba con amabilidad, incluso con afabilidad mientras jugueteaba con el dedo de Baladaur entre los suyos.

El chico olvidó momentáneamente el dedo que había tomado el demonio para centrarse en el pelo de este mientras le escuchaba.

-¿Afecto? Creo que el único beneficio que tiene eso esque tu tampoco puedes golpearme a mi...-le dijo con algo de sequedad-. Aunque era de esperar... Con lo guapo que soy y este encanto natural mío.... Pero voy a dejarlo así por ahora... te perdono la vida, Kratos del demonio...-aseguró dejándose caer ya sobre él, sentándose en su regazo con el pecho pegado al del mayor y asomándose por uno de sus hombros.

Con la mano que le quedaba libre empezó a acariciar su cabello plateado.

-Pero qué pelo tan bonito tienes.... Aunque no haya ganado tampoo he perdido porque no ha habido juego... pero podrías hacerme el regalo de todos modos... ¿eh? Quiero un mechón...-balbuceó sobre su hombro acariciando las hebras plateadas.

Kratos ignoró buena parte de sus palabras mientras Bal estuvo de pie y se limitó a decir que efectivamente, el chico era guapo. No podía negar las evidencias, sonrió y se encogió de hombros, acomodándose mejor en su asiento cuando Baladaur se dejó caer sobre su regazo. En aquellos momentos se le antojó más un niño que el chico que, poco antes, había comido y bebido en su mesa.

-¿Mi pelo? -Kratos, egocéntrico como era, no perdió la ocasión para hablar sobre sí mismo con el orgullo de un escultor que da a luz su obra culminante- Sí, es precioso ¿verdad? -rio levemente- tal parece que sea de seda..seda plateada..Aunque no lo es, es natural..y me costó mucho tiempo perfeccionar la técnica que me permitió ser lo que soy. Bal..-murmuró en su oído- Soy perfecto, físicamente perfecto, matemáticamente perfecto según lo cánones de proporción de Vitruvio y ¿Se nota? ¿Notas mi piel? -tomó la mano del chico y la deslizó bajo su camisa entreabierta, colocándola a la altura del corazón- ¿Sientes como bombea? Mi piel es cálida ¡Está viva aunque sea artificial! -calló un instante, pensando en el tiempo, esfuerzo y experimentos que le habían permitido llegar hasta ahí- Y tú quieres un mechón de mi pelo....¿Por qué debería dartelo? No has perdido ni vencido, es cierto..¿Pero qué has hecho para merecerlo?..Dame una buena razón, muchcacho.

Bal masculló algunas palabras incomprensibles y después se retiró hacia atrás, mirándole con una mano aún puesta en el pecho del mayor, llevándose con la otra mano el mechón plateado que ya había escogido como suyo.

-Voy a hacer voodoo-declaró con el ceño levemente fruncido, mirándole a los ojos para después alzar ambas cejas y arrugando la frente en uno de sus contínuos cambios de humor-. Porque...-se quedó un momento pensativo. Lo de tener un recuerdo estaba ya demasiado sobado-. Tu pelo volverá a crecer, pero mi suerte viene y va sin ninguna seguridad. Si tan poderoso eres conseguiré que algo así pueda protegerme, de mi mismo, quizás...-dijo ya sin pensar en lo que decía, llevándose la otra mano a la nuca-. Claro que... no había contado con el factor de que me creas merecedor de tan valiosísimo regalo...-comentó con algo de sarcasmo, resistiéndose un momento pero al final soltando aquel mechón plateado, dejando que cayese sobre el hombro del demonio.

Kratos rió divertido y palmeó la espalda del chico un par de veces.

-No creo que un mechón de cabello mío pueda protegerte de nada, pero tengo algo que sí podrá -aseveró asintiendo con la cabeza. Con suavidad indicó a Bal que se levantara y le dijo que esperara ahí. Después salió por la puerta del salón con paso rápido.

Tardó a penas diez minutos en volver y con una sonrisa en los labios se acercó al chico, cogió su mano y colocó en la palma un objeto menudo y gélido. En apariencia era una gota cristalizada pero parte de su estructura era translúcida y carmesí y la otra era negra como el carbón.

-¿Sabes por qué me establecí en esta ciudad? -preguntó el demonio sin esperar respuesta. Iba a contarle una historia y esperaba que, al día siguiente, la borrachera no le impidiera recordarla- Fue porque a mis oídos llegó una leyenda que no tenía lugar nada más que aquí. Yo vivía en Londres, hace mucho tiempo, y cuando perdí lo más importante que tenía en la vida creí que no podría sobreponerme...Sé que puede parecerte extraño que un demonio como yo, bla bla bla...-hizo un ademán con la mano, como si fuera una pérdida de tiempo debatir sobre los sentimientos posibles de un diablo- el caso es que me explicaron que aquí, en el Río de Sangre, habitaba una criatura, una mujer cuyo rostro es la faz de la muerte pero que puede ayudarte siempre y cuando pagues con el sacrificio que ella te pida. Tuve que comprobarlo, vine aquí y fui al lugar que me habían indicado y en efecto..allí estaba ella, saliendo del agua rojiza, como una pesadilla -suspiró al recordar aquel momento, no había tenido miedo pero tuvo que reconocer que sí se había sentido impresionado- La criatura me propuso un trato: yo le proporcionaba un sacrificio, un joven virgen porque según ella su sangre y su carne eran más apetitosas y ella terminaría con mi dolor. No hará falta que te diga que así lo hice. Me entregó ese objeto cristalizado y era toda rojiza y translúcida y brillaba cuando recibía los rayos del sol, me explicó que esa gota absorbería todo lo que me impedía vovler a ser la persona que fui, que me ayudaría a reponerme y lo hizo...El problema fue que no podía marcharme hasta que el proceso no tocara a su fin, mandé contruir este palacio y me establecí aquí hasta que todo terminó. La parte ennegrecida que ves es mi dolor contenido en esa lágrima. No te preocupes, no te afectará a ti...pero la mitad que falta por llenar te protegerá de ti mismo si es eso lo que quieres.

Al terminar su relato se quedó en silencio, de pie frente a Bal, esperando cualquier reacción, tanto positiva como negativa.

El muchacho se quedó un momento en silencio, escuchando la historia de Kratos y reteniendo aquel pequeño objeto en la mano, mientras lo observaba detenidamente pero sin moverse apenas, aguantando asombrosamente el equilibrio en todo aquel proceso. Cuando terminó volvió a alzar la vista hacia él.

-Pero... ¿puedes dármelo?-le preguntó alzando aquello sujetándolo con un par de dedos, viéndolo él mismo mejor-. ¿Has terminado y puedes dármelo?

El chico se quedó un momento en silencio sin saber muy bien qué decir. Sin duda era todo un detalle, pero incluso de la forma afable con la que se lo había entregado le era imposible que no le incitara a las sospechas, aunque no preguntó nada al respecto.

El demonio frunció el entrecejo y cruzó los brazos sobre el pecho antes de responder.

-Por supuesto que puedo dártelo, no importa quién lo tenga, importa lo que hace...y la forma en que se ha obtenido tampoco influye en nada..-calló unos segundos, dándose cuenta de que posiblemente el chico dudara de la veracidad de la historia y de las buenas intenciones de un diablo. Aquello lo enfureció de pronto- ¿Qué insinúas?...¿Que es un embuste?..¿Sabes qué? que si no lo quieres..peor para ti, no me importa. Si no lo quieres, devuélvemelo ahora mismo -ordenó.

Sin embargo aquellas últimas palabras de ofensa no parecieron hacerle ningún efecto, al fin y al cabo él mismo le había dado sin más algo que apreciaba bastante, y aunque no era el deber del demonio devolverle el favor simplemente lo consideró como tal. Bal sonrió ampliamente mirándole y sin soltar aquella pequeña joya se acercó a Kratos, apoyando ambas manos sobre su rostro de forma un tanto descuidadada.

-¡Gracias!-le dijo con tono alegre antes de besarle de la misma forma, un poco ruda quizás y sin compromiso para finalizar aquel beso con un chasquido infantil, soltándole la cara para tropezar hacia atrás y caer de nuevo sobre la silla, la cual amenazó con caerse. El chico tan sólo tuvo que sujetarse a la mesa para evitarlo, quedándose un instante con la vista perdida, tratando de obligar al salón que dejara de dar vueltas.

-De nada...-murmuró observando como Bal casi se cae y los torpes movimientos que hacía. Seguramente al día siguiente no recordara por qué tenía la piedra ni sus buenas intenciones, pespectiva que tampoco le desagradaba pues debía matener su reputación de diablo.

Se alejó de él para dejarse caer en el mullido sofá, estiró los músculos y suspiró.

-¡Me aburro! -proclamó en voz alta- Si no vamos a hacer nada más vete a dormir porque verte en ese estado me enferma ...¡Me aburro Bal! -volvió a repetir en tono más alto- los borrachos hacen cosas divertidas, haz algo para distraerme.

El chico se mantuvo un instante más ausente del mundo, tratando de cerciorarse de que era un ser vivo normal y que todo aquello formaba parte únicamente del alcohol, cosa que según él podía contrastar si se concentraba.
Se levantó torpemente para seguir al demonio hasta el sofá y sentarse en uno a su lado, guardándose por el camino aquella lágrima en el bolsillo.

-Y tu me ofendes a mi si me confundes con uno de esos bufones beodos que tienes por amigos...-masculló subiendo las piernas al sofá, y apoyándose en uno de los posabrazos, mirándole a penas-. No haré nada para divertirte, pedazo de soso, pero tampoco me voy a ir a dormir. Aprovecharé... a que te duermas tu para cortarte un mechón de pelo... Si, eso haré...-masculló gruñendo después de forma tenue y cerrando los ojos-. Creo... que me haré un collar con tu pelo para colgar tu regalo...-bufó ya de forma inaudible mientras dejaba que el efecto del alcohol le anestesiase levemente.

Kratos rió en un siseo a penas audible, pobre Bal...trazando planes inútiles que jamás lograría llebar a cabo. Lo observó hablar y sentarse en el sofá y terminó plantándole un manotazo suave en el muslo.

-Como ensucies mi sofá con los zapatos me vas a oir -dijo- esto vale más de lo que ganarías toda tu vida en el tugurio ese donde trabajas..-resopló de repugnancia- además, no puedes acusarme a mí..¡A mí! de soso puesto que todas las diversiones que he propuesto no te han complacido..lueego el soso..eres tú..A ver amigo Baladaur ¿Cuántas cosas entretenidas has propuesto?...Mmm..déjame pensar..-se acarició la barbilla en gesto pensativo, atravesando al chico con la mirada- ¡Ah sí! ¡Ninguna! -exclamó alzando los brazos- ¡cero, nada!

El chico levantó la cabeza, haciendo un gesto que decía por si solo que le pesaba en cantidad, y le miró con el ceño fruncido.

-¿Te pasa algo?-le preguntó arqueando una ceja, tratando de reponerse un poco para pensar con algo más de lucidez-. No quiero poner en evidencia tu condición de anfitrión impecable, pero... a pesar de todo tratas de una forma muy cuestionable a tus invitados. Además, tus propuestas se han limitado a golpear a alguien. Eso creo que solo te divierte a ti...

Se levantó con calma del sofá, mirándolo, tratando de calcular toda aquella suma que decía valía, aunque no llegó a ninguna conclusión clara.

-Tienes razón, mejor me retiro a dormir-declaró con algo de sequedad apoyándose en el respaldo del sillón para darse la vuelta y echar a andar por la sala hacia la puerta-. Hasta mañana, Kratos.

El demonio se enfureció al escuchar aquellas palabras, al parecer no podía hablar con aquel chico en semejantes condiciones sin que se molestara y se marchase. Aunque lo que más le irritaba era que le dieran la espalda de esa manera y se dirigieran hacia él con el tono de voz que había empleado Bal. Él se estaba portando como un caballero, como un buen anfitrión y le había hecho un obsequio, algo muy valioso que lo ayudaría y odiaba hacer cosas buenas y que fueran recibidas de esa forma.

Sin mediar palabra se levantó del sofá y se acercó al chico, lo agarró de un brazo y lo sacó de salón. Lo condujo sin brusquedad por el pasillo, pensando qué habitación podría darle pero también aquello le suponía un esfuerzo así que fue a buscar a John, que estaba en la cocina.

-¡Patán desvergonzado! dale a este muchacho una habitación, me trae sin cuidado cual -el criado asintió y se acercó a ellos- y..Bal..si tan poco te gusta como trato a mis invitados, no vuelvas más -dijo con brusquedad y salió de la cocina.

Estaba de tan mal humor que lo único que se le ocurrió fue hundirse en el sillón de la habitación de los retratos, allí donde había recibido a Bal la primera vez.