Hogar de un demonio (Privado)

El demonio asintió y se acercó a la orilla. De nuevo su reflejo le dio la bienvenida y complacido con lo que veía se sentó al lado de Bal.

-No..no creo que encuentre a nadie -negó con la mano- ya sabes..Demasiadas complicaciones, demasiada vulnerabilidad, demasiadas preocupaciones y debilidades. Uno no está bien así..-comentó aunque no creía en estas últimas palabras sino que se obligaba a creer en ellas sin llegar a conseguirlo porque el tiempo que pasó con aquella mujer fue uno de los mejores de su vida- además, quién en su sano juicio iba a soportarme -rió y carcajada ascendió por todo el lugar- ¿Te ha ocurrido alguna vez? ¿Has amado y comprendes lo que quiero decir?..

El chico se rodeó las rodillas con las manos y le miró mientras hablaba. En realidad podía ver aquellas dos partes, una muy diferente a la otra y sin embargo no veía que pudieran contrastarse con violencia.

Sus ojos se posaron un momento sobre los azules ajenos y después encogió un hombro mirándo a lo lejos, en el filo cristalino del agua en calma.

-Llevo intentándolo, desde siempre-comentó-. Pero la coincidencia nos une, quién iba a querer prestarse a que yo le amase-esbozó una leve sonrisa sin picardía ya. Tenía tan aprendido aquel credo que se veía ya invulnerable-. Pero al igual que yo no te voy a insistir en que quizás si puedas encontrar a alguien que te soporte, yo voy a resignarme tambien a creer que estoy destinado a ser un reptil solitario amante de los cementerios. Y nada más.

El chico se estiró a penas un poco, algo decaído y entumecido para después dejar el costado sobre el del demonio, mirando todavía el agua que parecía hablarle y anestesiarle.

-Si te sirve de algo... con todo ese mal humor que tienes y todo eso... a mi me gustas-le dijo con suavidad y naturalidad antes de volver a entrecerrar los ojos, los cuales notó ya por el cansancio y las lágrimas algo irritados.

El demonio se echó hacia adelante, lo suficiente como para que Bal no alcanzara a verle sonreir por aquellas palabras. Agarró un pequeño guijarro del suelo y lo lanzó al agua, dibujó ondas en la superficie y su eco se escuchó alrededor de ambos.

-A mí también me gustas tú -dijo, ladeando ahora la cabeza para mirarle con detenimiento- aunque tengas la penosa habilidad de irritarme -sonrió y volvió de nuevo la vista hacia las aguas, que ya habían recuperado su calma habitual.

Más allá, anclada en la orilla, había una barca de madera de un color azul desvaído. El lago era grande en extensión y muchos utilizaban ese tipo de transporte para ir de un lugar a otro, o simplemente para pasearse sobre las aguas contemplando el paisaje, que era muy hermoso. Las barcas no eran propiedad de nadie, entre todos las habían colocado y allí y cada uno podía utilizarlas cuando quisiera siguiendo un código: si los remos estaban dentro, estaba libre...y si no, es que volverían a por ella más adelante.

Kratos observaba la barca, imaginando quién habría cruzado el lago, a dónde se habría dirigido y para qué. Pensó si conocería a esa persona pero estaba tranquilo por sus posesiones.

-¿Te gusta esto? -preguntó a Bal- Es un lugar extraño ¿No te asusta?

El chico se movió un poco incorporándose y mirando el agua, para después dirigirle un vistazo al resto de la cueva con lentitud.

-No me asusta, me gusta-aseguró asintiendo con la cabeza mirándole después-. En realidad... no se de nada que me asuste, normalmente las cosas horribles me sorprenden pero luego... no se, siento curisidad-comentó sonriendo después de forma aniñada, realmente como una criatura que se interesa por todo y todavía no conoce el miedo, y nada puede atemorizarle porque nada le dio motivos aún.

Se quedó un momento pensativo, mirando al demonio como un viejo sabio renacido en un cuerpo joven y aún tierno y sin experiencia, para después fruncir el ceño levemente y dirigir la mirada al agua.

-Como si fuera tan complicado irritarte... Pero eso... sólo me hace sentir culpable. Tampoco me da miedo-dijo sonriendo entonces de nuevo ampliamente.

-Ya veo..por eso perdí aquella apuesta -murmuró casi para sí mismo, asintiendo con la cabeza- te juzgué mal aquel día ¿Sabes?...Por tu aspecto parecías asustarte con facilidad...claro que...también yo iba con unas cuantas copas de más, no pienses...-rió, como si aquello pudiera excusar que no se hubiera percatado de aquel detalle la noche que se conocieron.

El demonio se echó hacia atrás y luego se recostó en el suelo de piedra, mirando el techo. Entrelazó los dedos de las manos y los deslizó bajo su nuca.

-¿Cómo es eso? ¿Te hago sentir culpable? -preguntó, mirándole desde su posición.

El chico se giró sobre si mismo, mirando al demonio un momento antes de encontrar las palabras adecuadas con las que contestarle a aquello.

-Quizás mi nivel de empatía sea demasiado exagerado-comentó finalmente con un brazo sobre las rodillas y rascándose con suavidad la nuca-. Si estás conmigo y te enfadas, es por mi culpa, la mayoría de las veces, y no me gusta que la gente que está conmigo se enfade, esté incómoda.... o triste... por culpa mía-hizo una pausa y giró la cabeza para mirar el lago tranquilo a penas unos segundos-. Pero eh descubierto que si actuo como si fuera otra persona, que no mete constantemente la pata, no siento lo mismo por nadie, por eso nunca hago nada para ponerle remedio a mis defectos. Alguien nacerá algún día que pueda soportármelos... ¿no te parece?

El demonio asintió. El chico decía razonamientos auténticos.

-Me parece que estás en lo cierto -sonrió- aunque...¿Tantos defectos tienes?..Es más...¿Qué es un defecto en sí y quién los considera como tales? -Kratos se echó hacia adelante, volviendo a recuperar su posición anterior y se encogió de hombros- Cuando es algo físico, es apreciable, es tangible y aceptado como tal..pero cuando es tan abstracto...Unos considerán ser un bocazas como un defecto y otros no. Se me figura algo muy relativo -quedó unos instantes mirando sus ojos y su rostro- pero si me aceptas un consejo, la moderación suele ser apreciada...No digo que cambies tu carácter claro, porque no serías tú pero...creo que me entiendes.

El muchacho se quedó en la misma posición, mirándole con los ojos claros y aterciopelados con un ligero tinte ausente, mirándole sin embargo con fijeza, con cansancio a la vez, esbozando una sonrisa casi imperceptible a primera vista pero que iluminaba levemente el rostro algo aniñado de Bal, haciéndolo relucir ceniciento y eternamente joven.

-No tienes idea de lo mucho que me estoy moderando-dijo con suavidad, con un tono algo más bajo y melodioso que trataba de semejarse a la quietud de las aguas en aquellos momentos mientras se frotaba con tranquilidad la muñeca con la yema de los dedos y los ojos entrecruzados con los ajenos.

-¿Ah si? -dijo Kratos alzando las cejas- vaya, entonces te estás moderando...qué sorpresa..

Apoyó la palma de la mano derecha en el suelo de piedra, sintiéndolo frío bajo su piel y con el dorso de su mano libre acarició con lentitud la mejilla de Bal, sintiendo agradable aquel roce..

-Demuéstramelo -murmuró en la quietud- sé que puedes ser diabólico si te lo propones..-esbozó una media sonrisa- así que..demuéstramelo..

El chico miró a Kratos con una ceja levantada cuando le dijo aquello. Iba a contestarle lo rápido de sus conclusiones sobre el motivo de que se estuviera conteniendo y en qué, pero desgraciadamente había dado en el clavo, y durante unos segundos en silencio el rostro de Bal fue cambiando de una expresión a otra a medida que se iba dando cuenta de nuevo de lo erróneo de su estrategia.

-¿Podrías.... explicarme que es lo que te tengo que demostrar exactamente?-preguntó con total normalidad alzando una mano hasta la que le acariciaba, cogiéndola y apartándola de su cara, pues le estaba distrayendo y eso no era una buena señal. En cambio, la llevó hasta su pecho reteniéndola allí unos instantes, mirando con fijeza al demonio a la espera de una respuesta que le ayanara un poco el camino y, en definitiva, que le concendiera un poco más de tiempo para pensar.

El demonió siguió con la mirada el camino que hizo su mano desde la mejilla de Bal hasta terminar en su pecho. La dejó descansar allí, alzó de nuevo el rostro y le observó con fijeza, directamente a los ojos, penetrándole con los suyos azules.

-Es obvio..-contestó frunciendo una ceja, como si estuviera desconcertado- acabas de decir que estás moderándote mucho...y he deducido que te referías a mí..¿Cierto?...Pero aún así logras ponerme de mal humor, luego me pregunto..¿Cómo sería si no estuvieras moderándote?..¿O es que...era sobre otro aspecto..?..-preguntó, esbozando la misma media sonrisa de antes.

El chico se le quedó mirando un momento, afilando la vista sobre él y percibiendo el engaño.

-Es poco obio que se pueda relacionar... tanto acercamiento y una caricia con que tu te cabrees cada dos por tres...-comentó frunciendo levemente el ceño-. Eres un demonio... atravesado-le dijo retirándose levemente hacia atrás, alzando el rostro sin dejar de mirarle y con la mano aún sujeta. Entonces le dio la espalda aún sentado en el suelo, pegándose un poco a él lo suficiente para notar su calor corporal y con la mano del demonio todavía pegada a su pecho, haciendo así que su brazo le rodease.

-Pero si, es a eso. ¿A qué otra cosa podría referirme?-cuestionó inocente mientras tomaba con ambas manos la de Kratos, abriéndola y observando la palma un momento para apoyar la suya encima, pudiendo notar lo protectoramente grande que la veía.

-No lo sé..Recuerda que eres un ser pérfido. Yo soy un demonio..sabes que soy perverso y embustero...no lo escondo..

Le susurraba aquellas palabras al oído, mientras sentía el cosquilleo de la mano del chico sobre la suya. Ladeó todo el cuerpo, de modo que quedó tras el chico y hundió las rodillas en el suelo. El frío penetraba por sus ropas hacía su piel, complaciéndole. Con el brazo que tenía libre terminó de rodear el cuerpo del muchacho y lo atrajo hacia el suyo. Percibía como el calor se desprendía de él y la sensación que le producía le gustaba. Suspiró y llevó sus labios hacia el cuello de Baladaur, acariciando allí piel con sus labios, besándola después una vez y otra y otra..

El muchacho se quedó un momento quieto, girando el rostro después levemente al lado contrario por donde se asomaba el demonio, como si quisiera en aquellos momentos evitar cualquier contacto visual, con la mano de Kratos aún entre las suyas, guardándola como un último anclaje de vital importancia al que se quería encaramar para salvar su vida.

-Si que lo eres-dijo después de un rato con la voz cálida y baja. Realmente aquellos labios rozándole eran especiales, quizás por aquella naturaleza poderosa y salvaje que tenía, no podía precisarlo.

Aún sin atreverse a mirarle se giró sobre si mismo contra el cuerpo del mayor, asiendo su mano y quedando con la mejilla pegada a la mandívula del demonio, respirando con suavidad el aroma que desprendía su cabello.

-Y también eres un encantador de serpientes-comentó con una media sonrisa-. Pero esta vez no me dejaré-sentenció llevando una de las manos al rostro de Kratos para después moverla hacia atrás, rozando su pelo-. Creo que podrías ser demasiado especial para demostrarte lo débil que soy cayendo ante un juego tan sencillo, y quiero que me dures.

El demonio alzó una ceja, tenía los labios ligeramente entreabiertos para responderle de alguna manera pero se calló y simplemente escuchó. Después sonrió a penas, dejó de rodearle con sus brazos y alzó las palmas de las manos a la altura de los hombros.

-Muy bien, tranquilo. No soy conocido por forzar a nadie a hacer lo que no desea..-dijo alzando el mentón con dignidad- así que..-bajó las manos y las entrelazó pero continuó observándole de hito en hito, sonriendo ligeramente- tú dirás entonces que quieres hacer..

El chico se separó lo suficiente de él para poder observarle un instante y después sonrió a penas, bajando un momento la vista para devolverla a la del demonio y acercarse a él. Despacio pero de forma directa sirigió los labios hacia su cuello, posándolos en la garganta de Kratos, besando la suave piel para moverse a penas después un poco, notando la dureza de su cuello de gladiador.

-No me gusta hacer planes-confesó entrecerrando los ojos cuando sus labios ya habían alcanzado la mandíbula del mayor, encongiéndose un poco contra él-. Es mejor... actuar sobre la marcha...

A diferencia de Bal, Kratos siempre hacía planes para casi todo. Era la mejor forma de tener cada cabo controlado y atado, no era conocido por actuar dando tumbos, sin rumbo concreto y sin embargo con el chico no podía ser así porque le frenaba, era capaz de resistirse a sus juegos y no le temía.

-¿Crees que soy hombre de actuar sobre la marcha? -preguntó con ironía mientras acariciaba los cabellos de Bal con una mano- hazlo tú si te place y veré que hago..ya que a la inversa no parece surtir efecto alguno..-separó la mano de su nuca para trasladarla al rostro. Tomó al chico por el mentón y lo alzó con suavidad, de modo que pudiera contemplar su mirada dura y azúlea- desde que poseo este cuerpo..nadie se me ha resistido tanto como tú. Me siento extraño por ello...

Mientras le acariciaba el muchacho se fue dejando llevar hasta que escuchó las últimas palabras del demonio, mirándole a los ojos un instante en silencio.

-¿En serio?-preguntó con suavidad ladeando un poco el rostro-. ¿Es... una sensación desagradable? Porque si solo te sientes extraño puedo resistirme a lo que quiera que intentes involucrarme un poco más...-comentó sonriendo apoyando ambas manos en el rostro del demonio un momento y después cambiando de expresión repentinamente-. ¿Te pareceré poco interesante como persona si me muestro demasiado moldeable?-preguntó con algo de preocupación.

El demonio frunció el ceño ligeramente, pensando en aquella situación tan extraña. En su semblante meditabundo se reflejaba desde la sorpresa hasta la duda. No pronunciaba palabra y ningún músculo de su cuerpo ni de su rostro se movió en varios segundos.

-¿Desagradable..?...mm....-pensativo apretó los labios y después los relajó- no...creo que sea exactamente la palabra. Antes de tener este cuerpo...ocupé dos muy diferentes. Eran....feos, repulsivos, hórridos, inmundos, grotescos, casi rozando lo esperpéntico...-aunque se refería siempre con esos adjetivos a sus pieles de antaño, exageraba de mala manera, dramatizando unos cuerpos que eran simplemente poco agraciados-..entonces, no tenía más remedio que captar a mis presas con mi carisma, con mi intelecto y seducirles con mis artes de demonio..y..funcionaba. Pero ahora, soy atractivo y es tan fácil obtener lo que quiero..-suspiró y de pronto pareció asustado por algo. Se estremeció y se alejó unos pasos del chico- es eso....¡Eso es!..me gustas porque..no te dejas subyugar con facilidad..

Cuando el demonio se separó de él el muchacho le miró y escuchó con algo de sorpresa, mirándole con interés.

-¿Ah si? Entonces soy una especie de reto, ¿no?-comentó pavoneándose un momento y apoyando las manos en la cintura-. En ese caso tampoco te lo pondré fácil, quiero ver todo ese carisma tratando de conquistarme como una presa más....-dijo el muchacho con seguridad frunciendo levemente el ceño mientras sonreía.

Asintió un momento con la cabeza, pensativo, dándose unos golpecitos en la piernas mientras encogía un hombro.

-Pero... a mi lo que me da miedo es que no llegues a conseguirlo... así que esmérate...-le pidió mirándole de nuevo y sonriendo, de forma infantil pero con un tinte algo grotesco y oscuro que sólo las criaturas que se arrastraban por las sombras podían reflejar, casi imperceptible para el que no lo comprendiera.

El demonio ladeó la cabeza, con el ceño fruncido y alzó el mentón con soberbia. Sacudió el posible polvo que pudiera haber en sus ropas y se colocó bien la camisa.

-¿Un reto...?...-en realidad ni siquiera lo había considerado como tal ya que el hallazgo le tendría varios días sumido en pensamientos de lo más variopintos- Humm....-se acercó al chico, con sus ademanes altaneros y su presencia altiva de siempre y se detuvo a muy pocos centímetros de él. Cruzó los brazos sobre su pecho y no dijo nada. Tenía los labios fruncidos- no puede ser. No puede ser porque lo sabes...y no querrás perder esta apuesta y yo tampoco pero... ¡tú juegas con ventaja porque sabes este secreto de los infiernos!...-exclamó, sobrecogido- dame algo con lo que jugar...Bal..debes hacerlo o no será algo limpio y aunque sé de tu naturaleza perversa..recuerda quién te ha dado de comer, quién te ha regalado una pequeña joya, quién te enseña sus dominios, quién pone a tu disposicón a su servidumbre y quién..va a darte un lecho para dormir hoy..-colocó su mano sobre el hombro de muchacho y lo atrajo hacia sí- Vamos.

Cuando le atrajo hacia él Bal puso una mano en el pecho ajeno casi por instinto, deteniendo el avance y mirándole a los ojos con una ceja alzada.

-Todo eso lo has hecho porque eres un anfitrión admirable de modales envidiables...-apuntó el chico sonriendo después levemente-. Si quieres intentarlo sólo hazlo si te apetece, así te entretendrás con otras cosas que no sea coonspirar contra el mundo...

El chico se separó de él un poco, girándose hacia el lago pensativo.

-Además.... No juego con más ventaja que la de verte como un manipulador... si consigues que en un momento dado deje de verte así, aunque sea por un instante nada más... significará que me has hecho sucumbir y yo me entrego a ti...

Kratos lo contempló, sonriendo y asintiendo complacido en la afirmación de que era un anfitrión de modales admirables. Le palmeó el hombro con suavidad, comunicándole que estaba en lo cierto. Sin embargo, cuando se alejó para mirar al lago comprendió la magnitud y el reto personal de aquello. ¿Dejar de ser un manipulador? ¿Él?..¿Por unos instantes?...Sin embargo, por otro lado no sería tan malo si fueran a penas unos segundos, hecho que entraba dentro de los límites de aquel delirio. Podía hacerlo si quería y si la situación se presentaba, desde luego que podía..ya lo había hecho otras veces..

-Está bien..-dijo acercándose a él por detrás- puedo hacerlo, por supuesto que puedo..-rió ligeramente, pasándose la mano por el cuello- soy Kratos..un demonio..y uno muy poderoso..-bufó y continuó riendo de la misma manera- Cuando la gente escucha mi nombre tiembla de respeto..y esto..puedo conseguirlo, oh....claro que sí -se acercó un poco más, suficiente para tener a Bal a su merced. Inclinó la cabeza para posar sus labios tras la oreja del chico, con suavidad pero con la fuerza que le eran propias y después le susurró con la voz melodiosa y aterciopelada que le gustaba emplear- claro que sí. Te voy a sorprender criatura.

El chico le escuchó sin mirarle, sonriendo a penas. Al menos interiormente pensó que el primer paso lo había dado él mismo, haciendo que aquel demonio tan poderoso e indestructible como decía ser se doblegara y aceptara aquel cometido que le presentaba. Quizás Baladaur también imponía sus normas y su criterio, aunque pocas veces lo hacía conscientemente y con algún propósito de transfondo que le beneficiase.

Se giró hacia él después de notar aquellos labios siempre tan tentadores pegados a él, pero no lo suficiente como para hacerle caer tan pronto. Le miró a los ojos y sonrió con complicidad.

-Trato hecho, demonio-le contestó parpadeando a penas un momento-. A cambio y hasta entonces, lo que te voy a ceder es mi total y absoluta confianza-remató con suavidad asintiendo levemente para acercarse a él. Sin ganas de estirarse acercó el rostro a su pecho y dejó un tenue beso por encima de su ropa a aquella altura en la que suponía estaba su corazón, aunque tampoco lo sabía a ciencia cierta. Se separó de él con aquel sello consumido y volviendo a adoptar su característica expresión feliz y aniñada echó a andar por el borde del lago tratando de encontrar la cueva de salida-. Vamos, Kratos, tengo sueño y mañana tengo que levantarme como una rosa...

-Adelante pues, tus deseos..son órdenes para mí.

El demonio anduvo hacia la salida que los llevaría de vuelta a su casa. Al pasar de nuevo por el corredor umbrío, las criaturas de las sombras se agolparon en torno a Kratos, seres buscando su sustento, babeando y bufando tantenado el terreno, sin atreverse a acercarse demasiado a su amo.

-¡Ahora no, botarates! -exclamó, deseñándoles con un gesto de su mano.

Los dejó atrás, alcanzó de nuevo las catacumbas y condujo a Bal de vuelta al dormitorio. No cerró la puerta pues debía volver a alimentar a sus criaturas si deseaba un buen rendimiento.

-Oye Bal ¿Por qué no vas a buscar a William..o a ese inútil de John y les pides una habitación? Anda ve, yo tengo asuntos -le palmeó la espalda y con una sonrisa cerró la puerta de la habitación con llave y se alejó por el pasillo.

A penas unos minutos después, el demonio volvía a recorrer aquellos túneles de piedra fría. A su espalda portaba un saco de color marrón que, a simple vista, parecía muy pesado. Dio un silbido y aquellos seres repulsivos aparecieron con presteza, ávidos por desgustar los manjares que Kratos había traído para ellos.

-Ya, mis pequeños monstruos...Os he traído hoy vuestras partes preferidas, así que comed y recordad..quién es vuestro dueño y señor y el hombre al que siempre debéis confiar vuestra vida y servicios..

Esbozó una media sonrisa y allí, en el centro de aquel tropel de engendros, lanzó el saco a sus pies, que cayó al suelo con un ruido sordo. Fue entonces cuando los seres del infierno se lanzaron en pos de la comida, peleándose entre ellos cual perros de jauría para llevarse el mejor trozo. Devoraban brazos y piernas humanas, devoraban músculos y tendones y trituraban huesos con la facilidad con la que alguien partiría una ramita. Gruñían, babeaban, bufaban y se revolvían en su regocijo mientras Kratos los observaba con soberbia. Eran sus animales, sólo bestias inmundas que lo idolatraban y eso le encantaba.

Cuando se cansó de observar y ver como las piezas de carne iban siendo reducidas a migajas se dio la vuelta y volvió a su casa. Dejó el cuarto tal y como estaba y cerró con llave.