Hogar de un demonio (Privado)

Tardaron poco más de media hora en alcanzar sus dominios. La mansión, altiva y majestuosa, se recortaba en un cielo aún oscuro. Desde las ventanillas del taxi podían contemplarla diminuta, perdida entre aquellos jardines pero aún así, bella.

Kratos se apeó del taxi y dejó caer un billete sobre el asiento delantero. Por nada del mundo tenía intención de rozar esos dedos tan vulgares, y es que los taxistas no eran precisamente santos de su devoción.

-Bal...mira mi casa. Preciosa ¿Verdad?...sí..-no esperaba respuesta afirmativa porque ya lo sabía- vamos.

El demonio ordenó al sirviente que custodiaba la verja que los llevase en coche hasta la casa así que en a penas unos minutos estuvieron cruzando el umbral de la doble puerta de madera de la entrada.

-Estás en tu casa -dijo, pulsando un interruptor cerca de la puerta. Inmediatamente el criado al que llamaban John acudió a recibirles- John...supongo que te acuerdas de mi invitado. Trátale como si fuera yo -miró a Bal y se disculpó- debo ausentarme un minuto. Haz lo que quieras -concluyó, se quitó la gabardina y la dejó caer al tiempo que se alejaba.

El sirviente se apresuró a cogerla antes de que tocara el suelo, sacudió el polvo que pudiera tener y contempló a Bal, alarmado.

-Señor..No debería estar aquí..debería marcharse -murmuró para que oídos indiscretos no le escuchasen.

El muchacho contempló la casa tanto por fuera como por dentro una vez que hubo entrado, maravillado como la primera vez, pero ante el comentario del demonio no pudo evitar disgustarse un poco, viendo como se marchaba. Sin embargo lo que le dijo el criado le alarmó más.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Ocurre algo acaso?-le pregunó mirándole un instante a los ojos. Supuso que quizás pasarían cosas como la última vez que había ido, sin poder quitarse de la cabeza la imagen de Kratos bañado en sangre, reciviéndole con los brazos abiertos y una amplia sonrisa como si no hubiera ocurrido nada allí.

John continuaba con ese velo de angustia en los ojos y aún con la gabardina entre los brazos, miró a un lado y después al otro y cuando se cercioró de que no había nadie, habló.

-¿Sabe algo acerca de los demonios como especie?..-preguntó y suspiró- déjeme decirle algunas cosas que nadie cuenta y que uno ve, cuando es demasiado tarde -volvió a suspirar y miró a Bal. Temía por él y su naturaleza bondadosa le impedía dejarle solo- los demonios, a parte de varias cosas más, suelen encapricharse de seres humanos como nosotros...los tratan de maravilla, los invitan a sus casas, los ayudan..porque están encaprichados, pero cuando se cansan...-se encogió de hombros con gesto apesadumbrado- ay cuando se cansan...reniegan de ti y tu suerte les importa poco menos que la de una piedra -suspiró una vez más y colocó una mano sobre su hombro- se lo digo por experiencia. Es bueno que usted sepa esto. Ahora..dígame qué puedo hacer por usted o cuando venga el señor se enfadará conmigo por no atenderle -le rogó con la mirada que se apresurara a indicarle algo.

Sólo de contemplar a quel chico y escucharle hablar le contagiaba aquella pesadumbre y desasosiego, pero después trató de meditar sobre el asunto.

-Qué te hace pensar que Kratos se haya encaprichado de mi?-le preguntó ladeando un poco el rostro sin dejar de mirarle. Lo cierto era que sus palabras resultaban de lo más desalentadoras. Chasqueó la lengua con los hombros caídos y le miró a penas, cansado. En realidad no sabía que contestarle a aquello. No tenía ningún derecho de reprocharle nada al demonio porque no había nada que reprochar. Ni si quiera había tiempo que analizar profundamente-. Si me voy ahora se enfadará conmigo, me ha invitado a venir y no puedo irme ahora. Le dijo simplemente volviendo a mirarle con la frente levemente arrugada-. ¿Puedo sentarme en alguna parte?

El criado asintió y se apresuró a pedirle que lo acompañara hasta el salón. La inmensa habitación que solía estar llena de gente y que ahora se encontraba vacía aunque quedaban vestigios de que, hacía poco tiempo, alguien había estado allí y que los sirventes no habían recogido aún. Un par de vasos de cristal vacíos, una caja de pizza y los mandos de una video consola dejados en uno de los sillones.

-Madre mía, no han limpiado esto..-John murmuraba para sí mismo mientras ponía un poco de órden- siéntese donde quiera, señor -dijo y se acercó a él- francamente. Nada en especial me hace pensar que el señor se haya encaprichado de usted, simplemente creí que debí avisarle porque lo ha hecho antes con frecuencia -se encogió de hombros- no tengo más evidencia que esa ¿Necesita algo más?

Desde luego había sido de ayuda. Bal había terminado de hundirse lo suficiente cuando le habló de aquello, y como ya habría hecho muchas tantas veces, se odió a si mismo y aquella capacidad suya tan indeseable de ser tan increíblemente susceptible hasta morir.
Simplemente se acercó a uno de los sillones y se sentó dejándose caer, con la mirada perdida en un punto lejano del suelo para recostarse sobre el respaldo.

-No necesito nada-contestó mohino con un tono algo seco mientras largaba un imperceptible suspiro y cerraba los ojos, con la cabeza apoyada atrás.

El criado le hizo una reverencia antes de recoger los vasos y la caja de pizza vacía. Le dedicó una última sonrisa cargada de bondad y salió del salón en el mismo momento en el que Kratos cruzaba el umbral.

-Hey John ¿Cumpliendo con tu obligación? así me gusta -comentó sin siquiera dedicarle una mirada y se acercó a Bal- ¿Cómo?..¿no le has pedido al sirviente nada de beber o de comer? ¿No quieres nada? -preguntó mirándole extrañado.

El chico le miró un momento sin decir nada y después cruzó las manos sobre el estómago.

-No-contestó simplemente esperando a que el criado se fuera para hablar con él-. Me gustaría preguntarte algo, Kratos...-dijo haciendo una pausa, pasándose la lengua por el labio inferior mientras pensaba-. Y contéstame sinceramente... ¿puedo saber cómo me ves? ¿Como una criatura a la que acabas de conocer y resulta interesante tratar? ¿Quizás por un rato... porque es divertido o te ayuda de pasatiempo? Porque si es así será mejor que no vuelva más a tu casa...

Kratos frunció levemente el ceño, era lo que menos esperaba que sucediera en aquel momento. ¿Qué clase de pregunta era esa? Cruzó los brazos sobre el pecho mientras meditaba el por qué y lo más imporante....el cómo. No pronunció palabra durante diez minutos, permanecía con los ojos cerrados como sumido en un sopor que sólo él conocía.

-¡Ah ya comprendo! -exclamó furibundo cuando volvió en sí- ¿Ha sido ese entrometido del demonio de John, eh?..¡debí echarle de mi casa pero esto es lo que me sucede cuando soy bondadoso! pero se me va a escuchar....Oh, ¡por Dios lo juro! -parecía muy enfadado pero logró serenarse lo suficiente como para responder a las preguntas de Bal con cierta amabilidad- ¿Cómo puedo responderte a eso? -preguntó mientras se sentaba a su lado- veamos...sería acertado escoger la opción número uno. No ibas a resultar nada más que alguien que conocía una noche en un callejón, pero después me diste esa gema y esa nota y mi interés aumentó. Entiendo -afirmó- te preocupa lo que te ha dicho ese sirviente ¿Y le haces caso?..Es un criado...-comentó con cierto desprecio.

-Kratos...-le dijo para poder hablar, girando el rostro para mirarle-. Lo que me haya podido decir el no importa, porque yo también soy un criado. No soy más que un sirviente al que pagan lo justo por llenar vasos de alcohol y acompañar las noches de algunos clientes, mucho más amenudo de lo que me gustaría reconocer...-le dijo tragando saliva, tratando de pensar con claridad.

Se sentó mejor en el sofá y se pasó la mano por la frente, frotándola y siendo notable el esfuerzo que estaba haciendo en aquellos momentos.

-El problema es que si tu eres tan... poderoso, en cualquiera de los sentidos posibles, si puedes hacerte y deshacerte de lo que te plazca porque tu puedes y puedes permitirtelo, si a ti nada de lo que hagas te afecta, a mi si. No puedes... besarme y quedarte con el argumento de que lo haces porque qué impide no hacerlo... Para ti no significará nada pero para mi si, y si eres... como demuestras ser a cada palabra que haces y acción que realizas... entonces si que me temo que soy solo un entretenimiento, y eso me resulta un poco humillante.

El demonio ladeó un poco su cuerpo para apoyar el codo en el resplado del sofá y despues la mejilla sobre su mano. Estaba escuchando las palabra de Bal y aún así no entendía por qué tanto revuelo así que, cuando terminó de hablar, decidió indagar un poco más en todo aquello.

-¿Qué significará para ti? -preguntó con tranquilidad- por lo que sé...puedo ser como uno de esos clientes tuyos a los que dices que acompañas..¿Acaso ellos significan algo más que el dinero que te pagan? -y aún añadió- para contigo ningún acto mío ni palabra alguna han sido para humillarte, al contrario...no he echo más que ayudarte...¿Qué temes si no te he dado motivos?

-Temo que me los des-comentó arrugando la frente, mirándole a penas y encogiéndose-. Te dije que soy... muy susceptible... estoy un poco harto de que todo el mundo termine por... huirme... hasta tal punto que en lugar de buscar a alguien que no lo haga soy yo el que de primeras empieza a desconfiar de todos...

El muchacho suspiró levemente y se echó al lado contrario al que estaba el demonio, apoyando la sien en la mano.

-Pero no puedes tratarte como a uno de esos clientes, porque creí ver que quizás volvía a aparecer alguien que quisiera pasar algun tiempo conmigo-le dijo sin mirarle, llevándose la otra mano al estómago-. Tiende a írseme la cabeza demasiado. Ignora lo que te he dicho...-le pidió entrecerrando los ojos y respirando con suavidad

-Ah mira, el problema no soy yo..-dijo con serenidad- tú estás condicionado por tus fracasos pasados.

Kratos se acercó un poco más a él para poder colocarle la mano sobre su hombro y estrecharlo suavemente. No estaba en la obligación de hacer ni de decir nada pero aún así lo hizo.

-Quiero darte un consejo: olvida lo que los demás te han hecho o te costará mucho encontrar algo duradero en el futuro. No todo el mundo es igual -afirmó muy convencido- y te lo dice alguien que es tan antiguo como la humanidad misma. Con esa actitud apatarás a la gente de tu lado que tal vez esté destinada a quererte bien.

-Mucho me temo que no existe nadie así...-comentó arrugando la frente y cerrando los ojos. A pesar de todo estar en brazos de aquel hombre volvía a tranquilizarle. Tenía un calor especial que le envolvía y le calmaba.

Al cabo de un rato simplemente tenía la mente en blanco y había pasado la mano por la espalda del mayor, respirando con suavidad como si pudiera dormirse de un momento a otro hasta que reaccionó de nuevo. Se separó de él de golpe y le miró con severidad, frunciendo el ceño.

-Esta noche me quedaré a dormir aquí-anunció sin más levantándose del sofá y yendo de vuelta por la puerta de aquella sala-. Y quiero cenar ya. ¿John?-llamó al criado desde el pasillo alzando la voz, caminando sin rumbo por aquella casa.

-Oye...a mí, aunque te cueste creerlo..me han amado y amado de verdad -rió a penas- y soy un demonio, si ha ocurrido conmigo es ilógico que no suceda contigo..

Y durante todo el tiempo que Bal estuvo callado, Kratos lo acompañó en su silencio. Simplemente con su presencia bastaba. Sin embargo no pudo evitar sorprenderse ante aquella afirmación tan tajante. Lo siguió la mirada mientras se dirigía a la puerta del salón, expresando una mezcla de sorpresa y diversión en el rostro, pero no se levantó del sofá, simplemente se limitó a comentar alto para que le escuchase:

-¡Vaya! ¡mira a quién le gusta mandar! -rió despreocupadamente y se acomodó mejor en su asiento.

John, que estaba cerca de allí, acudió de inmediato a la llamada y al encontrarse con Bal y con su resolución no pudo evitar mirarle con lástima.

-Diga, señor..

Baladaur se paró en frente del criado, le miró un instante, manteniendo la mirada depesar que tenía, aunque esa vez simplemente la ignoró.

-Voy a quedarme a dormir. Quiero una cama grande con sávanas malvas-le dijo asintiendo con la cabeza. Y la cena-dijo. Era perfectamente consciente de que faltaba poco para el amanecer, pero dado su modo de vida siempre se basaba en vivir de noche y dormir de día-. Lo que sea... pero estoy muerto de hambre, y quiero que me sobre comida.

Dijo todo aquello con convinción, aunque después meditó un poco sobre que aquel tono autoritario no le pegaba mucho.

-Por favor...-dijo al final vacilando un momento y moviéndose, para después girar sobre sus talones y regresar a aquella sala, pensando en todo el recorido. Cuando entró cerró la puerta tras de si, quedandose con la vista fija y afilada un momento sobre el demonio.

-Que te hayan amado tantos no quiere decir que seas una bella persona de la que confiar-aseguró con la voz firme manteniéndose en pie frente a la puerta.

John, el criado, lo contemplaba como si Bal fuera un ser extraño y diferente del que conociera días atrás. Esa autoridad y esos caprichos tan fuera de lugar lo desconcertaban y le hacían preguntarse qué había hecho de malo para que le tratara con tanta severidad cuando no eran tan diferentes. Sin embargo suspiró de alivio cuando se lo pidió por favor.

-Enseguida, señor -murmuró y desapareció por una esquina.

Cuando Bal volvió al salón, Kratos se había levantado para ojear la videoconsola. No estaba en el sitio en el que solía estar y cayó en aquel momento en algo: algún amigo suyo había estado ahí esa tarde o esa noche. Fue cuando trataba de descubir quién indagando el juego dentro del aparato que Bal le habló.

-No he dicho números -dijo mientras trasteaba el aparato- además ya sabes que ni soy bella persona ni se puede confiar en mí..¿o no?

El chico decidió finalemente acercarse a él despacio.

-No, no lo se-le dijo guardando las manos tras la espalda y acercándose a él por un lado, mirando lo que estaba haciendo-. De momento no me lo has demostrado así-comentó encogiendo un hombro-. Y si alguna vez lo haces... En fin, será una decepción.

El muchacho volvió a darle la espalda y se sentó de nuevo en uno de los sofás, notando que de lo cómodo y mullido que era podía descansar horas de trabajo allí mismo en un momento.

-No... no te importa ¿verdad? Que me quede...

Aunque estaba escuchando lo que decía de su persona, mantenía la mirada fija en el aparato, con el ceño fruncido meditaba sobre aquello y sobre su conducta con Bal. Se puso en pie y contempló al chico unos instantes, caminó hacia él con el semblante serio.

-No soy bueno -aseguró, atravesándole con sus ojos azules- y si continúas en mi círculo te darás cuenta. Puedo ser complaciente contigo y asegurarme de que no sientas en tu piel mi maldad pero la verás dirigida hacia otros, tarde o temprano -calló un momento. Era honesto- es mi naturaleza y eso no lo puedo cambiar -se acercó más a él, lo suficiente para agarrarle de la muñeca con suavidad- no me importa que te quedes, es más...deseo que lo hagas -aseveró, estirando de su brazo para atraerlo hacia sí, hacia su pecho una vez más- mi casa y todo lo que hay en ella es tuyo esta noche..

No importaba las veces que se lo preguntara, la respuesta era siempre la misma, y nunca le aclaraba gran cosa. Pero se conformó. Al menos de momento, y seguramente más tarde, no le importaba ser únicamente el objetivo de entretenimiento de aquel hombre como había asegurado su criado, no tenía nada que perder en realidad. No a aquellas alturas.

Baladaur se sentó de nuevo, ideándoselas para llevar consigo al demonio y hacer que se quedara a su misma altura, haciendo que se arrodillara frente al sillón. Era una treta que utilizaba muy a menudo para tratar de dominar a los clientes que se pasaban de la ralla y debía controlarlos antes de que fueran demasiado violentos. Le miró a los ojos con la misma dureza, encontrando aquella candidez en ellos entremezclada con las penurias que podría causar a su alrededor sin inmutarse. No era alentado, de ninguna manera.

-Entonces me haces sentir importante. Esta noche-puntualizó sonriendo a penas, apoyando ambas manos en su nívea piel, sobre su rostro, a ambos lados. Se aproximó a él pero lejos de llegar a rozar sus labios, le dejó un suave y prolongado beso en la mejilla.

El demonio se dejó guiar tranquilamente por el joven y accedió a arrodillarse frente a él porque, a pesar de lo que pudiera parecer, a veces gustaba de complacer.
Contempló el rostro de Bal con una tenue sonrisa y lo miró a los ojos todo el tiempo hasta que le besó en la mejilla. Un beso casto de los que él jamás daba.

-Entonces espero que disfrutes..-comentó, apoyando ambas manos en los brazos del sillón.

Lentamente aproximó su rostro al del chico, tan cerca que podía sentir su aliento cálido en su piel y cuando casi rozaba sus labios se detuvo. El criado acaba de entrar en el salón, con un carrito de ruedas repleto de manjares exquisitos. Kratos se levantó de un salto y se acercó al sirviente.

-Ohh..a ti quería verte -dijo con súbita alegría aunque en su voz se percibía una ironía imposible de disimular- verás John, tengo una duda..y debo resolverla prontamente o no podré dormir hoy y ya sabes como eso afecta a mi...humor...-el criado se estremeció, clavó la mirada en el suelo y soltó un quejido cuando el demonio hundió sus dedos en su nuca- camina querido John.

Lo obligó a acercarse a Bal y a que lo mirara a los ojos. Después se dirigió a su invitado y le sonrió.

-Dime, Bal...¿Es este chico quién te ha contado esas absurdeces sobre mí? Cuéntame porque esta vileza no debe quedar impune -sentenció el demonio y esperó la respuesta con el ceño fruncido.

El sirviente John abrió la boca para protestar pero calló de inmediato y miró a Bal, suplicándole que no lo acusara porque él sólo intentó ayudarle.

Todo fue una extraña secuencia de interrupciones que lo único que hacían era moverle como una veleta en cuestión de segundos. Cuando llegó el joven con el carro de la cena sonrió ampliamente mientras se le hacía la boca agua, sin embargo cuando el demonio se le echó encima acercándoles a ambos no pudo evitar que un estremecimiento inconsciente le recorriese la espalda. Era como una extraña visión de la muerte aproximándose a largas zancadas.

Bal les miró a ambos, sin embargo no fue la cara de pánico del criado la que le hizo reaccionar.

-Claro que no-aseguró frunciendo el ceño levemente y mirándole a los ojos, parpadeando a penas como si estuviera echándole una reprimenda-. ¿Creías acaso que de buenas a primeras iba a creerme que eras una maravillosa persona? Normalmente cuando le dices a alguien que eres un demonio suelen quedar dudas sobre los motivos que te mueven...-comentó alzando una ceja y levantándose del sofá, acercándose a ellos para coger con suavidad la mano del demonio que sujetaba al criado, haciendo que le soltara con total sutilidad. Miró a ambos y después se dirigió a Kratos, sonriendo a penas-. ¿Cenamos?

Cuando el criado se vio desasido del agarre del demonio respiró con alivio, como si un peso enorme hubiera sido arrancado de su espalda. Cruzó una única mirada de agradecimiento con Bal antes de marchar corriendo hacia el carrito de la comida donde comenzó a sacar platos y a colocarlos sobre la mesa.

Kratos, sin embargo, seguía en su sitio, sin moverse un milímetro y miraba a Baladaur con el ceño fruncido. Su rostro, severo e impertérrito mostraba una expresión de descontento pero en a apenas un segundo cambió radicalmente para mostrar una sonrisa afable.

-Bal..que joven tan bondadoso ha venido a parar a mi hogar..-se acercó a él y le colocó su mano en el hombro- sin embargo...¡Sé que mientes! -gritó de súbito y su alarido retumbó por todo el salón- pero no te falta razón..

Soltó al chico con brusquedad y echó a andar hacia John, quién acababa de servir el primer plato. Sin decir una palabra lo agarró de un hombro y le cruzó la cara de una bofetada que logró que su labio comenzara a sangrar con abundancia.

-¡Jamás vuelvas a injuriarme delante de mis invitados! -exclamó el demonio, rebosante de furia.
-¡Sólo dije la verdad! -John, con la mano sobre el labio y temblando, aún se atrevía a replicarle.
-¿Ah si? Pues cuídate de seguir explicando certezas o te aplastaré como el insecto que eres...a tí y a tu familia, que por cierto y espero no olvides...dependen todos de mi buena voluntad...-se sentó a la mesa, como si nada hubiera pasado, colocó las palmas de la mano sobre el mantel y respitó las palabras que Bal dijera momentos antes- ¿Cenamos?

El chico no pudo evitar llevarse una mano a la boca al notar aquella bofetada como si se la hubieran dado a él, y se quedó perplejo mirando al demonio y al muchacho. Se habría quejado, por supuesto, pero su doctrina más que aprendida de no estar en una casa que no era suya le mantuvo en silencio.
Tan sólo cruzó una mirada con el chico y suspiró apartando después la mirada, derrotado, para después de unos segundos vacilantes ir hasta la mesa con Kratos.

Cuando se sentó le miró a penas y apoyó un codo en la tabla, pasándose la mano por el cabello y rascándose la nuca, sin mirar directamente al mayor.

-¿Y si en alguna de estas ocasiones llegas a equivocarte?-le preguntó.

El demonio contempló el plato que tenía delante e hizo una mueca de disgusto. Chasqueó los dedos y el criado acudió de inmediato a su lado, tan servicial como siempre.

-Cámbiame esto -ordenó señalando la sopa- sabes que odio esta clase de comida, sírveme otra cosa ahora mismo.
-Sí, señor -balbució como su labio inchado le permitió.
-No, espera..-Kratos pareció cambiar de opinión en cuanto contempló el rostro del sirviente- mejor ve y cúrate ese labio, no deseo que se me acuse de ser despiadado..jajajaja -rió alegremente, como si fuera un chiste muy ingenioso- pero dile a tu hermano que venga a sustituirte, no esperarás que sirva yo la comida..
-Pero mi hermano...-protestó el criado, sabía que su hermano le tenía al demonio puro terror y sabía también que Kratos hacía aquello sólo para divertirse.
-¿Alguna protesta...? -dijo alzando una ceja.
-No...-murmuró y salió con premura del salón.

Kratos suspiró, apoyó los codos en la mesa y entrelazó las manos, después dejó que su barbilla descansara en aquel soporte. Observó a Bal, sonriente y respondió

-¿Qué ocasiones? -preguntó encogiéndose de hombros- ¿En las que castigo, justamente, a un sirviente insurrecto y deslenguado?