Guardia (Privado)

Se había quedado casi todo el dia en la cripta, amainado las sensaciones de su cuerpo…pero tras recuperar el control y darse una ducha, Darah salió de caza, alimentándose de nuevo, más de lo necesario para acallar al dios, relamiéndose con la boca aun cubierta de sangre por los alrededores del cementerio…

El primer día de trabajo, o la primera noche, fue más tranquilo de lo que esperaba. Quizás su mente inmaginativa se había esperado algún que otro saboteador de tumbas pero no fue así. Quizás el sobrenombre que tenía aquel cementerio de lugar prohibido y de alto peligro era bastante respetado, pero al menos el chico tenía una libertad y tranquilidad que no había podido inmaginar.

Bal estaba sentado sobre el alto muro que rodeaba el cementerio. Se había pasado casi dos horas rodeándolo, buscando cuál sería el punto más estratégico para controlar más área, y al fin lo había encontrado, en un cómodo hueco natural de la piedra y con unos cuantos árboles milenarios creciendo contra esta, podía ver casi toda la totalidad de aquel cementerio por grande que fuese, y el movimiento desde allí estaba controlado.

-No es un mal sitio…

Dijo apareciendo sentado a su lado, mirando el exterior del cementerio, había captado su aroma, como tantas veces, y el aburrimiento, le llevo a ir a su lado.

Llevaba puesta una camiseta de tirantes blanca, acompañada por una americana de la misma tonalidad que descendía por sus hombros, como no, colgando de su cuello aquella brillante lagrima roja…que resplandecía aun mas con la noche

Bal evitó parecer sobresaltado, aunque aquella presencia repentina no se la habría esperado.

-Olvidaba que vivias por aquí-comentó sentándose mejor y apartándose el cabello de delante de la cara. Notaba aquel olor a sangre fresca impregnado en la ropa del vampiro, y en su piel. No necesitaba más para saber que había estado de caza. Lo difícil era saber de qué ánimo venía esta vez-. Qué tal-preguntó de forma despreocupada, dejando las manos sobre el regazo y mirando a lo lejos.

Se lamio los labios, terminando de limpiarse la boca de sangre, sentándose mejor en la piedra, de un modo mas cómodo, mirando al hibrido de reojo…

-Bien…la noche está tranquila hoy, tienes suerte para ser tu primera ocasión…

Desvió la mira, analizando a los transeúntes, bloqueando a algunos que se sentían atraídos por el cementerio, librando al pequeño de trabajo extra, como llevaba haciendo desde que salió de caza…

-¿y tu?

-¿Yo? Demasiado tranquilo...-comentó refiriéndose a la vez al cementerio. Realmente se esperaba algo más de movimiento por allí abajo. Era como otear un espeso manglar oscuro y tenebroso, lleno de peligros mudos, desde una distancia alta y prudente. Le hubiera gustado poder dejar caerse por allí...

-¿Crees que si aparece algún peligro vas a dejarme a mi con él? Contigo aquí creo que te ocuparías de él...-comentó cruzándose de brazos y apoyando la espalda contra el tronco del árbol-. Mi primer día es para descansar...-dijo reprimiendo un bostezo, algo hastiado.

Darah se encogió de brazos…

-¿Quieres acción? ¿Humana o diabólica? Te doy a elegir…

Señalo a cuatro seres que eran los que había estado bloqueando desde hacía rato…a la derecha había una elfa cubierta con un manto dorado, que miraba en su dirección buscando los puntos flacos para saltar el enorme muro, a su lado se hallaba un enorme trol, que de un simple movimiento de brazos, rompería la solida piedra, en el centro, un “simple” humano, pero que sin duda estaba bien equipado con la colección de dagas bajo la gabardina…y por último, un demonio de ojos bicolor, uno rojo y otro negro a cual más terrorífico…

-Te dejo vía libre hasta que me pidas ayuda…si la necesitas, tengo ganas de ver de que eres capaz…

Se giro mirándole a los ojos, con una suave sonrisa, que pretendía darle seguridad, claramente estaba más tranquilo que en las horas de luz de ese día….

Bal pasó la vista por todos aquellos seres y frunció levemente el ceño sin moverse ni un centímetro.

-Antes de hacer nada... ¿por qué quieren entrar de forma tan ansiosa? Es como si se les hubiera perdido algo importante aquí dentro...-comentó con la frente arrugada observando todos aquellos intentos y pensamientos más que palpables de querer pasar al otro lado.

Darah sonrió irónico mirándole…

-Poder…es lo único que se les ha perdido aquí…cada una de las lapidas tumbas o prisiones de este lugar, albergan seres de un poder inimaginable…y sus secretos para conseguirlo, eso es lo que buscan pequeño…

Alzo la mano bloqueando al trol que había hecho amago de lanzarse contra el muro…

-¿Y bien?...

El muchacho subió un pie al muro con la intención de impulsarse para levantarse.

-Supongo que en ese caso no son bienvenidos...-comentó. Había estado meditando que si eran como él, únicamente en busca de tranquilidad en un sitio tan encantador como aquel, no deberían suponer ningún problema.

-En ese caso...-no terminó la frase. Simplemente se levantó sobre el muro y se dejó caer por el tronco del árbol, que nacía en el interior del cementerio, con una agilidad y una facilidad impropias par aun ser humano. Y sin llegar a tocar el suelo, fue desplazándose como una sombra más de aquella noche de lápida en lápida, como un pequeño reptil que ha captado la atención de una presa rápida, para finalmente alzarse de nuevo sobre el muro justo en frente del trol, quedándose quieto uno instantes.

Desde fuera no podía apreciarse qué tipo de intercambio de miradas y lo que había en ellas se propusieron entre ambos, pero Bal se quedó quieto, de pie sobre el alto y grueso muro protector, para agacharse después con suavidad. Cualquiera con un mínimo de sensibilidad para aquel tipo de cosas podía notar como, de alguna forma no física, el cuerpo del muchacho cambiaba extrañamente, oscureciéndose, mecido por un halo de neblina cenicienta que le envolvía y le hacía más creíble. Protector, cumplió con su trabajo cuando después de unos instantes el monstruo huyó de allí en silencio, no espantado pero si abrumado, dejando a Baladaur a solas sobre el muro.

Darah ni siquiera se movió, simplemente observaba desde su posición, conteniendo a los otros, para dejarlos libres uno por uno.

Después del trol, la siguiente fue la elfa, que tras dejar que el viento se llevara su capa dorada, piso con fuerza el suelo, haciendo crecer de la nada, un árbol enorme, que intentaba apresar con sus ramas al hibrido…

Sin más dificultad que la de dar un zarpazo al aire, el muchacho deshizo en el acto aquellas ramas que cayeron en astillas a la tierra oscurecida, aunque en sus manos no se veían garras. Después de aquello, continuando con su paseo rápido por el muro del cementerio hizo emanar sin hacer mayor espaviento una negrura translúcida, fácilmente confundible con la oscuridad de la noche, que envolvió y se pegó a los muros y a las lápidas, como una viscosidad invisible repelente.

El muchacho giró el rostro hacia el vampiro, obsrvándole desde lo lejos.

-Interesante trabajo el tuyo...-comentó parándose en el sitio y mirando a su alrededor, contemplando como aquella oscuridad, la suya y que no hacía demasiado había aprendido a utilizar y convivir, lo cubría todo de forma siniestra.

Con otro ademan la negrura de Bal desapareció del interior del cementerio mirándole de reojo…

-No debes derramar tu esencia, sobre aquellos que pueden absorberla pequeño…todavía tienes mucho que aprender…

Desvaneció el dominio sobre las otras dos criaturas, que se lanzaron de pronto sobre el hibrido…

-Y dos adversarios mas…

Bal le miró con reproche, flagelándole por haber tomado aquella iniciativa con su propia voluntad que creyó era propia y de nadie más.
Sin embargo, mientras le miraba con el ceño levemente fruncido a penas le faltó tiempo antes de que las dos últimas criaturas se abalanzaran sobre él para girar sobre su propio cuerpo, el cual, en aquel gesto, pareció desvanecerse en el aire convertido en humo. Sin embargo la realidad era algo diferente. En el suelo, serpenteando, una gigantesca serpiente negra como la propia noche y camuflada en ella atacó a las dos criaturas, matándolas en el acto de una simple mordedura letal que consumió sus cuerpos en cuestión de segundos recudiéndolos a tizones.

Darah no pudo hacer otra cosa que sonreír, relamiéndose un instante ante sus ataques y el olor a sangre… jadeo un momento, notando el éxtasis por la muerte de los otros en su cuerpo…y el repentino tono rojizo que comenzaban a tomar sus orbes…

-Joder…

Mascullo girándose y haciendo ademán de marcharse de ahí, sin mirar a la serpiente oscura…

Una vez se hubo deshecho de aquella interrupción los ojos irisados y dorados de la serpiente perdieron de vista su trabajo terminado para observar al vampiro. Serpenteó hacia él, sin acercarse, pero tomando claramente una iniciativa de atacante protector, levantándose sobre su propio cuerpo y desplegando las dos membranas que circundaban su cabeza por ambos lados hasta la mitad del cuello, aunque como no podía pronunciar palabra aquel mensaje era difícilmente comprensible.

Apretó los puños con los ojos fuertemente cerrados, intentando amainar, la morbosidad, que aquello le había causado, sin comprender el por que la personalidad del dios había aparecido de pronto en el, teniendo en cuenta que ya se había alimentado, y aquello, tendría que haberle hecho dormir…

-Vete a casa Bal…

Dijo con la voz ronca y tomada, al sentir a la serpiente a su lado, jadeado sutilmente, por el esfuerzo que le costaba dominar al monstruo…

La serpiente pareció oírle y entenderle, aunque la respuesta no fue más que otro siseo sinuoso, sacando la peligrosa lengua bífida que guardó al darse la vuelta sobre su propio cuerpo largo y frío. Con la intención de reptar de nuevo por el muro. Mientras lo hacía, su cuerpo, de nuevo envuelto en leves jirones de oscuridad oapaca, volvió a tomar forma humana al tiempo que alcanzaba lo alto del muro y se separaba un poco del vampiro.

-¿A casa? Ya has visto que me las arreglo bien...-comentó dando un par de pasos por las piedras, apoyando las manos en la cintura y observando el horizonte. Se sentía extrañamente liberado y satisfecho, algo que no le había ocurrido la primera vez que había matado a un hombre, hacía ya casi un año, aunque fuera por accidente.

-De mi no…

Dijo secante mirándole con las orbes de un intenso morado rojizo…como si ambas personalidades, estuvieran luchando por el dominio del cuerpo…
Dio un salto entrando en el cementerio cayendo de rodillas al suelo de golpe con intenso grito de dolor en sus labios…

Bal se alertó al ver aquello, pero evitó el moverse del sitio, incluso cuando cayó al suelo. Supuso que no era una buena idea acercársele si aquel estado seguía siendo igual que como lo recordaba tiempo atrás.

El muchacho se mordió suavemente el labio, mirándole un instante de reojo para dejarse caer al suelo por fuera del cementerio, notando como aquel halo mágico y oscuro que habitaba siempre dentro le avandonaba, sopesando si sería capaz de defenderse si se quedaba en el caso de ocurrir algo inesperado.

-Aaah…

Torno a gritar apretando la mano en su pecho…sentía como si se lo estuvieran desgarrando y no sabia por que…ni siquiera escuchaba la voz del dios, sin embargo sabia que algo le estaba haciendo.
De los ojos le brotaron dos lagrimas de sangre que le lamieron el rostro, como si le abrasaran…

Después de un momento de duda solo le bastó escuchar de nuevo la voz quejorosa del mayor para volver a subir al muro de un ágil salto, encaramándose arriba para después caer al interior del cementerio y acercarse a Darah. Nunca le había importado acercarse a él cuando le ocurría aquello. Quizás un craso error.

-Darah...-masculló agachándose sobre él, sujetándole por los hombros.

Darah temblaba con algo de violencia, retorciéndose sobre si mismo aferrandose el pecho, mientras las lagrimas seguían cayendo por su rostro manchándole con el liquido carmesí.

Sintió las manos de Baladaur en sus hombros, abrasándole a través de la ropa, estaba mas frió de lo normal…gateo en dirección al interior del cementerio sin decir una sola palabra…no podía…ni si quiera moverse, pues al primer movimiento le fallaron las fuerzas y callo de bruces…

El muchacho le siguió. Cuando tocó el suelo con el cuerpo fue hasta él, pasándole las manos por los hombros y sujetándole con la palma de las manos por las clavículas, obligándole con extrema facilidad a sentarse sobre el suelo del cementerio.
Bal había ganado una fuerza poco habitual en un ser humano con su complexion, pero en realidad había sido algo que siempre estaba ahí, sólo que no había dejado que surgiera.

-Darah... Darah escúchame a mi, ¿me ves?-le dijo con suvidad mientras le obligaba a mantenerse firme.

Se sentia desvanecer, no necesitaba aire, pero sin embargo su garganta y pulmones lo buscaban… alzando el rostro, como si se ahogara…

-Déjame ir…

Rogó con la voz quebrada, sacando fuerzas de donde no las tenia para intentar levantarse…