Hogar de un demonio (Privado)

El chico observó toda aquella escena. Podía vislumbrar casi media vida en aquella corta conversación, en los modales y en la forma de hablar y de comportarse con los demás, con su criado en aquel caso. Pero seguía sin tener derecho a decir nada. Que no le pareciera correcto no le daba la oportunidad de quejarse en una casa que no era suya.

-Algún día te equivocarás-le dijo con suavidad. Pensó después que podría molestarle. La verdad era que no podía esperarse muchas más variantes. El chico se encogió de hombos y bajó las manos al regazo-. Que forme parte de tu diversión es lo que molesta. Pero algún día castigarás a alguien sin motivo.

-No es culpa mía -el demonio volvió a encogerse de hombros, como si aquella certeza no tuviera otra razón de ser- me divierte torturar, es cierto...Pero no es culpa mía -volvió a repetir, negando con la cabeza- sino de los seres humanos. ¡Es gracias a su habilidad para desear al mal ajeno que yo estoy aquí! -sentenció, triunfante y con los brazos en alto blandía una sonrisa en el rostro.

Fue en aquel momento que el criado, William, entró en el salón, encogido sobre sí mismo, inseguro de sí mismo y temeroso hasta del aire que respiraba. Se apresuró a acercarse hasta la mesa para servir a Kratos un plato de estofado de pescado dulce. El demonio asintió, complacido y agarró la cuchara.

-Si ese alguien pertenece a mis asalariados, nunca me equivocaré..eso es casi una certeza matemática -dijo sonriendo- los conozco bien...¿No comes?

Bal le miró. Desde luego estaba claro que le gustaba torturar. Y por supuesto eso causaba un temor infundado en él que no era del todo agradable, aunque dudó un instante, y se preguntó si haría lo mismo con el resto de personas, aunque las creyera en inferioridad como estaba claro hacía, que con los que estaban bajo sus órdenes.

Sin decir nada más el chico cogió la cuchara y comenzó a comerse la sopa, la cual, quizás por el hambre que tenía o porque simplemente llevaba sin comer nada decente durante semanas, le supo a gloria. Sonrió ampliamente y después de la primera cucharada apuró un poco más, aunque estuviera demasiado caliente, pues siempre había soportado muy bien las altas temperaturas.

-Entonces no hay nada que hacer, supongo...-puntualizó una vez hubo tragado, mirando a la nada pensativo-. Eres cruel y se acabó.

-Exactamente -dijo e indicó al criado que llenase su copa con un poco de vino blanco.

Will obedeció al instante y con las manos temblorosas llenó la copa del demonio y retiró, cuando hubo terminado, el plato vacío de Bal. Le sirvió estofado de pescado dulce y otra copa de vino igual que la de Kratos. No miraba a ninguno a los ojos por temor y por inseguridad.

-Aunque no debes temer -prosigió tranquilamente Kratos alzando su copa- a ti no te haría daño -aseguró y bebió un trago de aquel vino.

El chico siguió con la mirada al criado, mirándole con la esperanza de que le devolviera el contacto pero no ocurrió así. Cuando le puso el segundo plato lo olió bien, notando todos aquellos aromas que rezumaba y que seguía abriéndole el apetito aún habiendo comido tan deprisa. Tomándose las cosas con más calma esta vez.

-¿Y hay alguna razón para eso?-le preguntó con total normalidad alzando las cejas mientras masticaba-. Quizás me has tomado a mi también por uno de tus experimentros y quieres probar hasta que punto soportarías que alguien metiese las narices en tus cosas... Soy bastante bocazas, por si no te has dado cuenta...-declaró con algo de timidez aunque era algo que ya había asumido hacía tiempo y era hasta normal.

-Claro que la hay, eres mi invitado...esta noche -respondió con cierto deje de diversión, después se echó a reir- oh, mis amigos son peores que tú -aseguró, llevándose a la boca el tenedor, masticó y tragó con total tranquilidad- más bocazas, más entrometidos, más malvados...y aún así entran y salen de mi casa como les place, tienen libertad siempre y cuando no se metan con lo mío ¿Recordarás ese bochornoso incidente de la última vez que pisaste mi casa, verdad? ..jajaja...Una vez, en uno de esos experimentos que solía hacer, me dije a mí mismo que debía conservar a los amigos, nunca se sabe cuando pueden resultar útiles, y eso hago..

-Si... ya veo...-contestó no del todo convencido. Frunció el ceño levemente mientras comía, tratando de no pensar que, aunque fuera un invitado, la situación en la que se podía encontrar. Había pensado desde siempre que era único metiéndose en problemas y en situaciones que no le convenían lo más mínimo y así era, aquella vez como otras tantas. Seguía sin tener nada asegurado.

-¿Y no te importa tampoco que esos invitados a los que respetas piensen que eres un monstruo?-le preguntó apoyando las manos cruzadas sobre la mesa, mirándole observador.

Kratos levantó la vista del plato cuando escuchó aquella pregunta, en su rostro dibujada una expresión de sorpresa. Lo miró como si no entendiese la pregunta o como si su contenido no fuera para él.

-¿Disculpa..?..-por unos instantes reinó el silencio mientras el desconcertado demonio intentaba salir de su estupor. Sacudió la cabeza, carraspeó y se tocó la frente con los dedos de la mano. Frunció el ceño con total asombro y miró al chico- Baladaur...todos saben que soy un demonio...todos los que me tratan, por ende, saben, comprenden y aceptan que soy un monstruo...y no hay mayor placer para un diablo que se reconozca en él el por qué de su nombre -sonrió con afabilidad- no, no me importa lo más mínimo porque nadie, salvo una vez -puntualizó con el dedo- me ha dado motivos aún para lo contrario...¿Te importa a ti que yo sea un monstruo? -preguntó con interés.

El chico le miró un momento. Era una explicación lógica, y la verdad es que no era quien de contradecirle ni echarle en cara nada a nadie, y menos a quellos seres, y menos aún formando él parte de ellos.

-No-dijo con suavidad negando con la cabeza, volviendo la vista al plato-. No lo decía por mi, a mi no me asustas porque seas un monstruo o... un demonio-aseguró asintiendo con la cabeza con fiabilidad-. Me asustas todo tu en general-dijo después con solemnidad tomando aire profundamente mientras llevaba el tenedor a la boca-. Pero supongo que eso es interesante... siempre y cuando yo salga airoso de todo esto. Supongo...

Por su naturaleza saber que asustaba a Bal le alegraba y así lo mostró cuando expresó una sonrisa de satisfacción. Asintió con despreocupación y ordenó a Will que le sirviera los postres.

-No has de temer, Bal -aseguró con amabilidad, mirándole directamente con sus ojos azules- mientras no me hagas daño..yo no te lo haré a ti. Es algo justo y que siempre respeto. También tengo mis normas.

-¿Normas? ¿Tienes normas para que los demás puedan disfrutar de tu impecable y siempre agradable presencia?-preguntó arqueando una ceja, cogiendo la copa del vino y echando un trago, no recordando en eaquellos momentos el daño que le hacía beber, por el simple hecho de que le afectaba hasta la más mínima gota de alcohol.

-Y dime... ¿Qué harás cuando dejes de darme miedo?-le preguntó sabiendo que causarle temor era del agrado del demonio.

-No -negando con el dedo corrigió al chico- tengo normas conmigo mismo. Ya sabes, no puedo ir por ahí robándole...por ejemplo..las pertenencias a un amigo mío, por muy tentadoras y apetecibles que sean y por mucho que las desee en ese momento. Se debe respetar -comentó con una media sonrisa.

El criado sirvió a al demonio un plato sencillo de fresas con nata y esperó junto a Bal para que le indicara que deseaba tomar él. En el carrito había todo tipo de postres, desde pasteles hasta copas de helado, sorbetes y cafés.

-Vaya, me sentiré muy mal si eso sucede -comentó simulando aflicción- entonces será mi debes hallar nuevos motivos de temor..jajaja -se echó a reir, si eso ocurría probablemente tendría que encajarlo como había hecho otras veces. Contempló entonces al sirviente, que seguía quieto al lado de Bal, mirando al suelo. El demonio bufó y exclamó con vehemencia- ¡Diablos! pídele algo ya o se quedará ahí plantado como un pasmarote ¡Muévete chico que para eso te pago! -ordenó con desdén.

El muchacho alzó una ceja mirando al demonio y se dirigió al sirviente.

-El problema es que cuando yo dejo de temer a algo es porque he descubierto lo que infundía ese temor y lo he disuelto. Cuando deje de temerte... y créeme estoy empezando a hacerlo, no tendrás más métodos, porque lo habré visto todo ya-le dijo con superioridad, sonriéndole con aquel gesto de niño eterno que tan frágil y delicado le hacían parever.

Sólo se estaba tomando su tiempo para escoger bien, pero finalmente cogió la mano del chico como si fuera un amigo de toda la vida, tirando con suavidad de su brazo y sonriéndole para señalarle con la otra mano en el carrito uno de los pequeños pasteles decorados con multitud de colores.

-Quiero eso-declaró con una amplia sonrisa.

Cuando el criado sintió que le tomaban la mano tembló sin poder evitarlo pero parte de ese miedo desapareció cuando Bal pareció tratarle como a un amigo, sin gritos, sin injurias. Sonrió a penas y no pudo retener algunos sollozos. Se dirigió al carrito, cogió el pastel y lo colocó frente al chico con algo más de seguridad.

-Ohh...¡Qué preciosidad! Si mi corazón fuera algo más bodandoso...ahora mismo se estaría rompiendo..-dijo Kratos antes de echarse a reir y volver a retomar el tema que les ocupaba- Bal...tiene sentido lo que dices, lástima que tengas ese aire de criatura frágil y delicada pues le quita algo de credibilidad a tus palabras, además..es fácil cuando te he asegurado que no has de temerme y que mi crueldad no iría dirigida a ti..Pero ¿Y si yo retirara eso? ¿Si te hubiera mentido? ¿Segurías pensando igual?

Antes de empezar a comerse el pastel lo primero que hizo fue echar otro trago de vino y coger el tenedor.

-¿Si eso fuera cierto? ¿Si me hubieras mentido? Veamos...-se llevó la otra mano a la cabeza, rascándola con suavidad y hundiendo el tenedor en el pastel, notando como se hundía suavemente-. Creo que no pasaría nada, no seguiría pensando eso ni ninguna otra cosa, porque un fracaso más... para mi, no se iba a notar-dijo con desdén, con la seguridad de alguien curtido en un tema que ya le traía sin cuidado aunque siguiera haciendo mella en él de forma poderosa.

-Ya veo...qué seguridad noto en tu voz..¿Has tenido muchos fracasos? -preguntó el demonio con interés. Su nata yacía en el plato, apetitosa hasta que hundió la cuchara en ella para dar buena cuenta del postre- puedes contármelo..estamos de confidencias..-susurró- como dos amigos de toda la vida..

En realidad no le avergonzaba hablar y ser consciente de aquellas cosas. Quizás en el pasado, pero estaba tan harto de todo y todos en realidad que le importaba poco.

-Si, fracasos-repitió con un leve suspiro llevándose depués el tenedor a la boca y dejando que aquel sabor dulcísimo le hiciera estremecer por un momento-. Uno tras otro, y otro más... he perdido la cuenta de la gente que he conocido, he creído que estaban conmigo y en menos de lo que creía posible me habían defraudado, o rechazado o traicionado... De modo que puedes decirme lo que quieras que no me asustaré. Por eso a estas alturas ya me da igual lo que pase.

Ante aquellas palabras Kratos no podía sentirse identificado salvo con una: 'traición' . Pero era algo demasiado común y que ocurría a menudo, a él no le había importado porque los vínculos con aquellas personas no eran estrechos y no había tenido que lamentar nada.

-Te veo desencantado de las personas -comentó el demonio- y con esa actitud con la que vas por el mundo..¡resulta frustrante desempeñar contigo la labor para que nací! -exclamó, golpeando la mesa con el puño. Estaba bromeando en realidad y se notaba en el tono divertido de su voz- si dejas de temerme...¿Qué seré para ti?...Un hombre corriente, un hombre ordinario e insípido tal como lo es aquel que, puntualmente, compra el pan día tras día, un hombre aburrido..¡Un diablo sin labor! -la teatralidad que imprimía a cada palabra y a los movimientos exagerados de sus brazos daban a entender que seguía con su broma y que le parecía algo divertido, algo para entretener el ambiente- qué desolación siento..amigo Bal..

-No serás un hombre corriente-puntualizó el chico levantando el tenedor para tomar él la palabra en aquel momento-. Pero ese gusto que tienes por sembrar en todos cualquier tipo de sensación y sentimiento, aunque tus preferidos sean el del temor, opino que también te gustaría influír en todos... de cualquier forma posible. Entonces serías... un demonio empeñado en hacerme pasar miedo... y sinceramente, que pongas tanto empeño en despertarme algo dentro es bastante más alentador de lo que crees.

El muchacho sonrió y después miró al sirviente con la misma sonrisa, parpadeando a penas, tratando de transmitirle su tranquilidad en aquellos momentos, sabiendo que no le gustaba estar cerca de aquel hombre.

-Porque... ¿qué querrías ser entonces para mi? ¿El demonio horrible y cruel que se alimenta con la diversión que le proporciona torturar a los que se enfrentan a él? Eso es lo mismo para todos. Soy demasiado especial para tratarme del mismo modo-le dijo alzando una ceja y sonriendo a penas mientras volvía a llevarse otro pedazo de tarta a la boca.

Kratos escuchó en silencio, sonriendo levemente. Había terminado su postre y como no era de comer cuando su hambre ya había sido saciada tomó únicamente su copa de vino, hizo que le servieran vino tinto y se levantó de su silla.

-Es que soy un demonio -dijo mientras daba la vuelta a la ancha mesa de madera- gozo provocando sensaciones en los demás..temor, pasión, amor...todo sirve aunque unas cosas me gusten más que otras -retiró una silla, al lado de Bal y se sentó despreocupadamente. Bebió de su copa e inspiró el aroma que emanaba del líquido- Qué podría ser para ti..si ya no me tienes miedo, buena pregunta..sin embargo no tengo respuesta todavía -lo contempló en silencio, sin moverse de su asiento para continuar- De modo que..piensas que eres especial y que no debes ser tratado como a los demás...¿Y eso a por qué motivo?

El muchacho siguió con la mirada de forma segura el trayecto del demonio, hasta que se sentó a su lado y dejó de prestarle atención. Se concentró en su pastel hasta terminarlo mientras Kratos hablaba y después hizo lo mismo que él, volviendo a tomar su copa y dando un sorbo, notando ya un ligero cosquilleo en la yema de los dedos.

-¿Que por qué?-repitió el muchacho despreocupadamente sin mirarle, alzando una ceja-. Porque cuando llevas tantos años soportando a gente que te trata como a alguien normal y no sientes más que frustación y un desagradable engaño contínuo, empiezas a sospechar que algo no funciona como debería-le dijo mirándole a los ojos un momento, con suavidad.

-Entiendo pero sospecho que hay mucha gente como tú, que se siente engañada y traicionada cada día...-sonrió con cierto aire de satisfacción antes de añadir que en parte eso era culpa de su especie, de los demonios. Porque a los diablos les gustaba hacerse pasar por seres humanos para jugar con ellos hasta cansarse y después desprenderse de ellos como si de trapos sucios se tratara- y así es ..-concluyó.

Dio un nuevo sorbo a su copa y la dejó sobre la mesa, ladeó ligeramente el cuerpo y apoyó un codo sobre el mantel. Observaba a Bal y sus movimientos, sus expresiones y sin pronunciar palabra recorrió la piel de su mejilla con la yema del dedo. Kratos tenía una piel muy suave, aterciopelada, él mismo la había fabricado.

-¿Te gusta beber? -preguntó, recorriendo la barbilla del joven con suavidad para llegar al otro extremo del rostro- William..sírvele más vino. Vino tinto, que es más apropiado..

El sirviente asintió y empezó a verter el líquido en otra copa que colocó después junto a Bal, sonriéndole agradecido por el apoyo brindado.

-Mm... ¿beber?-preguntó observando como le servían del otro vino para mirar después al vampiro-. La verdad es que no soporto demasiado bien el acohol.

Y era cierto, y a pesar de saberlo, cada vez que se le cruzaba alguna bebida de aquel tipo de tan buen sabor simplemente bebía sin preocuparse. No tenía que lamentarse de dolores de cabeza y sequedad al día siguiente así que qué más daba.

-Pero no intentes emborracharme, demonio, porque... duplico mi fuerza y mi agilidad mental-dijo frunciendo el ceño con la vista fija en la copa, decidiéndose finalmente a tomarla y echar un trago para comprovar que quizás estaba mejor que el primero-. ¿Y a ti? ¿Te gusta beber, no?

Kratos se echó a reir y le dio unos golpecitos en la espalda antes de responder con fingida aflicción.

-Bal..amigo mío ¡Me ofendes! -exclamó levantando el dedo- ese tipo de argucias son impropias de un aristócrata como yo -comentó con una sonrisa- aunque siento cierta curiosidad por ver esa fuerza y agilidad mental duplicadas...William ¡Más vino para ambos! -alzó la copa para que le sirviera enseguida- la respuesta a tu pregunta es: Sí, me gusta beber...y me gusta como es el ambiente con amigos que han bebido también...es...extrañamente divertido. Sí, disfruto jajaja!

El chico le miró con una ceja en alto y cogió la copa cuando se la volvió a llenar el criado.

-¿Dislumbro un reto en tus palabras, demonio?-le preguntó alzando un poco la voz, girando el cuerpo hacia él, mirándole con la vista afilada sobre sus ojos afilados y tratando de tomar un gesto desafiante con la copa del vino a modo de espadón de doble puño-. Porque dudo por muy diablo que seas que puedas tumbarme bebiendo, me paso demasiadas horas rodeado de vapores alcohólicos para caerme por un simple vino de buena calidad...