mi llegada a media noche

Adopte mi forma humana y me puse frente a Evadine.

-Ummm interesante, parece una criaja cualquiera, pero una vampiresa deberia haber notado ke su apariencia no tiene nada que ver con su esencia, ademas se nota a la legua que es una hechicera.-dije hablando para Evadine y formulando una disculpa mental para Marie- Mikael Nemoris, encantado.

Me kede un momento pensativo captando algo...

Si me disculpan señoritas, van a ser atendidas pronto y no es conveniente que un profesor me encuentre por aki a estas horas.-dije a modo de despedida- Nos vemos mañana ok??- dije ya mentalmente a las presentes mientras me transformaba en lobo y me escabullia por uno de los pasillos.

Andaba por el campus en busca de una pequeña mandragora que habia escapado de mi jardin, cuando vi que algo se movia velozmente por un pasillo y al mirar me encontre con que habia tres jovenes en la puerta de dirección.


Si me decis donde a ido la Mandragora os librais del castigo por rondar aqui de noche.-les dije distraido sin percatarme de que no las conocia de nada.

-Muy sagaz señor profesor, pero si se fijara un poco, descubriría que no estamos aquí por gusto, y que tampoco tenemos ni idea de donde se ha ido su plantita chillona- comenté aún enfadada por culpa de la brujita, y el comentario de Mikael.

Hice un esfuerzo por ser cortes y respiré profundo.

-disculpe mi comportamiento, Maríe Schwarze encantada- comente con una leve reverencia, ya aburrida pues no tenía ni idea de cuantas veces me había presentado ya a lo largo de la noche – acabo de llegar, como al parecer también lo han hecho estas señoritas- dije enfatizando con un leve gesto de la mano.

-Oh, encatada profesor – aventuré al ver que Marié se presentaba – yo soy Evadine Sorcelleire – comenté con una sonrisa cortés.

-¿Has encontrado ya tu dichosa plantita?No se como has podido perder de vista a una mandragora...

Pregunto al inepto de su hermano, mientras hacia pompas con el chicle rosado de fresa…Entonces se percato de el grupo de alumnos situados en la puerta de dirección…

-Uooo cuanta gente, supongo que sois nuevos y no os han atendido…andan algo ocupados últimamente…

-Oh, genial, ahora veo dobre – dije con referencia al claro parecido entre los dos profesores- en fin señores clones de laboratorio, sinceramente, odio esperar, ¿no nos podríais dar vosotros al menos una habitación para las tres?, estoy realmente agotada, y frustrada, y cuando me frustro tengo… sed ¿saben ustedes?- les dije levantando una ceja.

Suspiré sin ganas de discutir.

-esta bien, esta bien, da igual ya esperaremos, si por esperar, no se muere una, bueno si, de hambre, pero mira, si me da sed mientras espero me como a la abuela con cara de niña- comenté en tono de broma señalando a Evadine- y ya está, si total una mas una menos nadie se daría cuenta – mencioné mirando juguetonamente a la brujita, intentando asustarla.

En ese momento, las puertas del colegio se abrieron estrepitosamente, un viento healdo recorrió las estancias y una nueva silueta se dejó ver, resaltada por una inmensa luna llena a sus espaldas.
El nuevo inquilino avanzó lentamente hacia el grupo de personas que hablaban en frente de la puerta de dirrección. Con la mirada ausente, sus ojos iluminaban la estancia, creando aquella tétrica escena. Era como si una sombra acabara de entrar, una sombra en la que solo se podían distinguir los ojos.
La criatura subió los escalones que se encontraban ante la puerta de dirección, y clavó su mirada en las que parecían ser las dos personas que controlaban la situación.
(suspiro de vaho) -Vengo a inscribirme en la escuela.- Dijo co una voz fría sin apenas mover los labios, ignorando a las demás personas que se encontraban a su alrededor.

Al contemplar la… “tímida y sobretodo inadvertida” aparición del personaje, me dio la risa, tampoco tenía mucha idea del porqué, pero la verdad es que no conocía persona alguna tan falta de atención, que tuviera que montar ese numerito para que la gente le mirase.

- Disculpe, mister conde de la mala educación y de las entradas de ciencia ficción – comenté intentando contener una risa que se me escapaba a momentos- a una dama no se le ignora, ni mucho menos se le da la espalda- le dije con una leve reverencia ofreciéndole la mano.

Cuando escuchó el comentario, dirigio la mirada hacia los labios de donde había surgido.
Ahora que hiba a convivir entre humanos y "semi"- humanos, estaba seguro de que recibiría más de un comentario de ese estilo.
En una situación normal le habría ignorado, pero el ambiente era muy tenso y no debía provocar una pelea, no en ese estado (estaba herido, había hecho demasiado esfuerzo para evitar los conjuros detectadores de dragones y barreras de protección mágica que habían en toda la ciudad y alrededores).

Supongo que me tocará ser amable, aunque sea solo por una vez.

Me incliné hacia la vampiresa esbozando una media sonrisa que me costó forzar como respuesta a su comentario. No quería tener amistad con nadie, pero tampoco ganar enemigos.
Después dirigí mi mirada a los profesores esperando su respuesta.

Estas impertinencias estupidas en medio de la noche, y mas con mi pobre mandragora perdida sin que nadie me ayudase a encontrarla, me ponian de muy mal talante.

-Aunque esta señorita sea una impertinente-dije mirando a Marie-resulta que tambien es alumna de este campus, asi que esperareis todos aqui pacientemente hasta que os lo digamos si no quereis tener problemas incluso antes de ingreser oficialmente.

-Por cierto cierra la puerta, este lugar no se caracteriza por ser calido precisamente-Dije al recien llegado, helado de frio.

Perfecto, no llevo ni diez minutos aquí y ya me estoy ganando unas cuantas enemistades. No quiero imaginarme cuando lleve la mitad de año, seguramente no habrían alumnos suficientes.
-Disculpe el rebuelo que haya podido causar señor, ahora mismo cerraré la puerta.
Le dije al profesor agachando la cabeza como disculpa, dicho esto, me dirigí yo mismo a cerrar la puerta con mis propias manos. Si hubiera hecho uso de la magia seguramente pensarían que lo único que intentaba hacer era llamar la atención.

Cuando el chico nuevo se dio la vuelta para mirarme me quedé petrificada, literalmente, era como si al mirar esos ojos azules, mi cuerpo hubiera dejado de hacer caso a mis impulsos nerviosos.

Cuando se alejó a cerrar la puerta pude reaccionar, y me puse roja por la estupidez de mis actos, al mismo tiempo en el que pensaba en el pobre joven, parecía que no fuera su culpa ser así.

Me giré hacia el profesor para contestarle a su grosería- no creo que esté muy bien visto, llamarle impertinente a una alumna en su primer día de clase monsieur, pero sin embargo voy a hacer caso omiso a sus ofensas y me comportaré, supongo que habrá que esperar entonces, si no hay otro remedio,- comenté dando la vuelta y sentándome en el mismo sitio que ocupaba momentos antes, al lado de la puerta de dirección.

Me quedé en silencio, observando el transcurso de las cosas, asimilando en silencio las imágenes, como si viera la televisión, realmente el chico nuevo era muy guapo, pero no lograba identificar su raza, no había encontrado una esencia semejante desde que tengo conciencia, así pues, el sujeto se me hacia mas interesante si cabe.

Dejé mis conclusiones para otro momento al ver que Marie se desplomaba a mi lado, realmente tenia su bello rostro cansado…

-perdona como te traté antes, Marie, seamos amigas, ¿te place?- le susurré muy bajito al oído.

-Si te ofendi, lo siento, pero es tarde y estoi cansado, ademas no me ayuda en nada que esteis de malas- me medio disculpe.

Sentí el aliento de Evadine contra mi oreja, y el cosquilleo de sus labios al hablar, esta chica no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, consciente o inconscientemente.

-esta bien – dije girando el rostro, quedando frente a frente, a tres centímetros de su cara- seamos amigas – comente rozando sus labios en un ligerísimo beso, y una sonrisa picara en los ojos.

- Oh, tranquilo profesor, entiendo que para usted ya sea tarde, váyase a dormir a sus aposentos si está cansado, le aseguro que no me ofende, aunque si prefiere quedarse ahi de pie, usted mismo- contesté cortésmente a la disculpa del maestro – de todos modos, respondiendo a su indirecta, creo que aquí nadie está de malas, ¿cierto?- le dije dirigiéndole una sonrisa deslumbrante, de alumna modelo que nunca había roto un plato en su vida.

El beso de Marie me tomó desprevenida, no pude reaccionar, y me puse realmente colorada, intenté ocultarlo desviando mi cara hacia otro lado.

- ¿es… estas acostumbrada a tratar así a la gente?, quiero decir, y si yo ahora te pegara una bofetada o rechazara tu amistad… ¿acaso todo el mundo hace siempre lo que tu dices? – le dije sin mirarla aún, observando los grabados del techo y las columnas.

"Después de haber estado obervando la situación en perpetuo silencio, me dirigí al último en aparecer, que me pareció etraña su manera de actuar desde su aprición hasta el momento. Tras que cerrase la puerta me qudé quieta frente a él..."

- Tú... -dije observandole fijamente a los ojos - ...si vuelves a sonreir, por lo menos que sea sin ponerte una mascara -continué de manera cortante -. Has fingido. Tan vulnerable eres como para q no hayan dicusiones, reprimas tu manera de ser? Soy Hollie Prescott y tú ni si quiera te has presentado ¬o¬...

- En realidad… si – contesté a la pregunta de Evadine – todo el mundo suele hacer lo que yo quiero, a veces por su propia voluntad, y a veces… digamos que por la mía – le aclaré, girandole la cara para que me mirara y apartándole con una mano el flequillo hacia un lado, para poder ver esos ojos verdes tan mágicamente atrayentes, me percaté de que estaba ligeramente colorada, aunque eso solo la hacía mas dulce y angelical.

En ese momento vi como la señorita Hollie, que no se como, había logrado que nadie se diera cuenta de su presencia, se fue andando tranquilamente hacia el guaperas de los ojos de hielo.

- "valla valla, mira como aprovecha el tiempo la nena"- le dije mentalmente a Hollie, intentando que nadie mas se enterara.

Los ojos de Marie ardían como llamas candentes, danzando para atraerme hacia su trampa, y no pude hacer otra cosa mas que caer.

-yo…mhhh… - suspire al posar mis labios calientes sobre los suyos, sabían a fresas y a dulces desconocidos, realmente adictivo. Sin quererlo entreabrí un poco los labios para sentir mejor ese aliento tan dulce que emanaba su boca.

Me quedé mirándole, la muchacha esperaba mi respuesta. No parecía impaciente por conocerla, pero le corteje con mi nombre.
Me incliné y susurrandole al oído, de la forma más dulce y a la vez débil que mi helado aliento podía ofrecer le dije:

-Soy Ryu, encantado de conocerte, gélida princesa de los vampiros

Cuando lo dije dejé la puerta entreabierta y entró una mariposa. Una mariposa azul, que se posó en sus dedos y se convirtió en una ramita con flores de campánula

"Cuando me dijo su nombre bajo un susurrro tan dulce y a la vez tan débil, me quedé atónita. Mi rostro no estaba tan claro como de constumbre y por un instante no sabía como reaccionar. Entonces ví como entraba esa mariposa, la cual se transformo entre mís dedos dejandome cautibada por las flores de campánula durante unos instantes. Pero de pronto, desperté, como si de un sueño se trastase. Le entregué la ramita a Ryu y heche dos pasos para atrás."

- Siento desilusionarte... - dije con un rostro sonriente pero entristecido a su vez- pero yo de princesa... no tengo nada. Ni de doncella o damisela - continuó según su sonrisa desaparecía- Sin olvidar, que hace mucho tiempo dejé de ser yo - concluyó dandose la vuelta-

Me quedé un poco atónita al ver la reacción de Evin, valla, ya había vuelto a hacerlo, no me gustaba controlar a las personas… pero lo hacia sin querer.

Me separé un segundo de ella para intentarla hacer entrar en razón.

-¿seguro que es esto lo que quieres? yo… no quiero que hagas nada de lo que luego te arrepientas- le susurré preocupada por saber si era en realidad lo que ella quería, o simplemente se veía obligada a ello.

Suspiré, yo no era una chica lanzada que digamos, ni tampoco impulsiva, y para una vez que me dejaba llevar por mis impulsos, me hacían pensar en lo que estaba haciendo.

-yo… si, en estos momentos, besarte es en lo único en lo que pienso…- me quedé durativa ante estas palabras, tampoco sabia muy bien lo que quería, me encontraba confusa, como si tuviera una batidora en el cerebro, pero una cosa tenia clara, en estos momentos, deseaba sus labios por encima de cualquier otra cosa.

Estaba claro que la chica no estaba en sus cinco sentidos,yo siempre hacia lo mismo, sin querer... pero lo hacía.

-mira, Se me ocurre una idea – dije hurgando en mi maleta de cuero, buscando uno de mis pañuelos de terciopelo negro- te taparé los ojos, solo si quieres, y si en serio quieres hacerlo, lo harás aun y con los ojos vendados, pero si no es así, se te pasaran las ganas en cuanto dejes de verme- terminé mientras sostenía el suave pañuelo entre mis dedos, esperando una respuesta.

Midori suspiro ya harto de escuchar las quejas de todos, fue un momento a su despacho y torno encontrándose con la mandrágora por el camino, saco un chupachups del bolsillo y se lo metió en la boca antes de que pudiera si quiera gritar...

-Vale aquí tienen...Hollie Prescott habitacion 25 Marié Schwarze 58 Evadine 87 y en cuanto a usted señorito Ryu..._ le tendió un formulario y un boli_ rellenelo y luego acuda a la habitación 77_ miro a su hermano de nuevo tendiendole la mandragora_ plantala de nuevo antes de que acabe con mis reservas de dulces_ musito sacando otro chupachups para el y mirando a los alumnos_ espero verles en las clases a cada uno de ustedes y que su educción cambien en demasía