Búsqueda de un demonio - PRIVADO KRATOS -

El muchacho había decidido salir aquel mismo día libre sin más dilación para buscar al demonio que había conocido en un callejón hacía a penas un par de días.
Siguiendo las indicaciones de la targeta que le había dado llegó hasta una zona extraña de la ciudad para él, inexplorada, cerca de la caída del sol.
No sabía si se había confundido, pero aquello aunque no fuera su destino era digno de ver. El chico se pegó a los barrotes de la enorme verja que rodeaba la supuesta casa y se quedó unos segundos en silencio, boquiabierto y embobado.

-No puede ser...-mustió agarrándose a los barrotes sin quitarle el ojo de aquella mansión-. ¡¡Es un castillo!!-profiró admirado y casi asustado al mismo tiemp, incapaz de calcular los millones que podía haber invertidos allí.

En efecto, aquella villa solariega parecía más un castillo que una mansión pero a Kratos le agradaba más tratarla en femenino, no en vano la había bautizado con el nombre de Adèle y así era como todo el mundo conocía aquel paraje.

Desde el otro lado de la verja y a gran distancia se podía atisbar luces que provenían de los ventanales. El sol se retiraba a descansar y era tiempo de preparar la casa para la llegada de la noche. Los sirvientes empleaban todo su tiempo en esa tarea, encendían luces, preparaban cenas, atendían a los invitados y comprobaban la entrada. Fue así como uno de los criados descubrió a Baladaur.

-¿Qué desea joven? -le preguntó con voz desconfiada. Por el aspecto que el chico tenía no era la clase de visitantes que el señor solía recibir en su casa.

Todavía ensimismado por la visión de aquel edificio a penas se percató de que le habían preguntado algo, sin embargo cuando miró al sirviente se preguntó si sería uno de los que le cuidaban la casa al demonio. Era sorprendente sin duda alguna.

-Si.. yo... un hombre me dio hace un par de noche esto...-dijo enseñándole la targeta-. Pero no se... ¿es aquí?-preguntó todavía sin poder creérselo-. Me dijo que preguntara por... por ¿Adèle? Creo que era así... ¿estoy bien?-volvió a preguntar.

El criado, hombre joven e impresionable sacó un brazo entre los barrotes para alcanzar la targeta. Boquiabierto comprobó que una de las referencias que el señor otorgaba a sus visitantes. Ya no residían dudas en él, ese chico era un invitado y como tal debía tratarlo.

-Di-disculpe señor -murmuró, creía que era alguien importante si estaba allí. Abrió la verja y se hizo a un lado, señalándole con la mano que pasara- adelante señor. Va usted bien, Adèle es el nombre de la casa y por aquí es como se conoce.

El sirviente hizo montar a Bal en un coche pues los jardines eran tan vastos que a pie les hubiera resultado muy cansado y así, en a penas unos minutos estaban frente a la puerta de entrada.

-Es aquí señor. Venga usted conmigo, le mostraré donde puede esperar al señor -le rogó que lo acompañase hasta el interior y le sugirió que esperase en la entrada mientras él iba en busca del Kratos para recibir las órdenes adecuadas.

Todo aquel trato en el que se le colmaba de atenciones no hacía más que sorprenderle más a cada momento. Sin embargo, aunque se le pasó por la cabeza la idea de que le hubiera confundido con quien no era, no dijo ni una sola palabra, tan sólo asentía sonriente a todo aquello que le ofrecía.

Y cuando entró en aquella casa, nada más el recividor le pareció un palacio digno de reyes. Sin embargo, para guardar las apariencias, delante del criado no aparentó más que estar sorprendido por la decoración que el señor había escogido, y cuando se fue y le dejó sólo pudo volver de nuevo a auqedarse pasmado y llevarse las manos a la cabeza. Ni si quiera habría podido inmaginar una casa así posible fuera de la fantasía

Toda la mansión rebosaba opulencia. El gusto de Kratos para la decoración era bueno y cuando alguien contemplaba el interior de aquella casa bien podía pensar que el tiempo se había detenido en el año 1850, sin embargo así era, en parte.

El sirviente corrió en busca de su amo, explicándole que un joven había venido a verle y que lo había dejado en la entrada. Le preguntó si hacía algo más pero el demonio negó. Él se encargaría del asunto personalmente. Aquel día tenía invitados en casa pero como estaban demasiado ocupados jugando pudo salir sin ningún problema.

Caminó despacio por los amplios pasillos, el sonido de sus pasos resonaba en las paredes y en el ambiente silencioso. Se respiraba paz y tranquilidad en todas partes. Al llegar a la entrada se detuvo y frunció el ceño ¿Conocía él a ese chico? Si estaba ahí plantado la respuesta era afirmativa...pero ¿de dónde? ¿Él le había entragado una de sus targetas e invitado a su casa..?..

-¡Bienvenido! -exclamó abriendo los brazos. Su camisa blanca e impoluta estaba abierta casi hasta la mitad y portaba una copa de vino en la mano- Has penetrado en la morada de un demonio..¿por qué?..me eres familiar pero no consigo recordarlo..Anda, ayúdame..

Cuando el chico ya se hubo embobado lo suficiente con todo aquello Kratos fue a recivir. Sin embargo, aunque en parte estaba bien y no podía quejarse de la hospitalidad, el que no se acordara de él era alg que ya le despistaba un poco.

-Si que estabas borracho...-comentó hablando consigo mismo, frunciendo el ceño y torciendo el gesto. No le dio más importancia-. Si no te acuerdas te diré que una nche no hace mucho nos cruzamos tu y yo, y dos amigos tuyos más, en un callejón, y después de darme tu targeta te llevaste algo mío. Algo parecido a esto-le dijo mientras sacaba de uno de sus bolsillos una escama de las que se había desprendido, quedándosela, pues del mismo modo que nunca le había ocurrido que aquello surgiera fuera de su piel, nunca había visto aquellas supuestas escamas que resultó si tenía.

Kratos observó la escama y cayó en la cuenta de los sucesos de noches atrás.

-¡Ah sí!..sí..al parecer estaba peor de lo que recuerdo..-guardó silencio unos instantes- de todos modos, no importa. Estás aquí y hay algo que deseo mostrarte. Acompáñame -ordenó mientras colocaba una mano tras la espalda de Bal para guiarlo- pensarás tal vez que he olvidado lo que te dije pero no es así...

Lo condujo por el corredor, ni siquiera allí el lujo estaba asusente. De las paredes pendían cuadros de marcos áureos y brillantes y las llamas de los candelabros ondeaban en el aire al tiempo que ellos pasaban. Hubieron de cruzar el inmenso salón de punta a punta para poder continuar.

Allí se hallaban reunidos sus invitados, hombres y mujeres de todas las razas que cuchichearon y murmuraron frases parcialmente ininteligibles sobre Bal, en cuya estructura estaban más que presentes las palabras 'atractivo' y 'aniñado'. Kratos pasó de largo, empujando suavemente al chico para que no se detuviera frente a todas aquellas miradas y solamente se detuvo cuando ambos estuvieron sanos y salvos de los cuchicheos.

-¿Puedo ofrecerte algo? -le preguntó mientras le señalaba una butaca de terciopelo negro. Estaban en una sala pequeña y acogedora.

Bal no podía acostumbrarse enteramente a nada. En cuanto quedaba ensimismado con algo una cosa nueva aparecía ante él a medida que caminaban por aquella casa y le sorprendía más, y no paraba de pensar en lo mucho que le gustaría vivir en una casa como aquella, si se le podía llamar casa.

El chico aminoró un poco la marcha cuando pasaron por aquella sala llena de gente, les miró y trató de descifrar algo pero no entendió nada de lo que dijeron. Frunciendo el ceño por ello volvió a ser conducido por el demonio hasta una sala mucho más acogedora, quizás porque era más pequeña y no se sentía tan engullido por tanta sofisticación.

-No se...-comentó volviéndose hacia él con los ojos muy abiertos todavía-. ¿Agua?-el chico encogió los hombros, sentándose allí donde le había dicho. Era tan cómoda que podía notar como todo su cuerpo se adormilaba con el solo contacto del terciopelo-. ¿Qué quieres enseñarme? ¿Has descubierto algo sobre eso?-preguntó animado.

Kratos se dejó caer en la butaca contigua, de idéntico terciopelo negro y por ende igual de cómoda. Hizo sonar una campanilla y al instante tuvo un sirviente a su lado esperando órdenes.

-Trae agua para el chico -ordenó y lo despachó con un gesto de su mano- Bal...Baladaur qué nombre tan extraño..-de eso sí se acordaba- ¿Por qué tanta prisa? ¿No te gusta mi casa?...Hay mucho donde observar..

El criado llegó con el agua, dejó el vaso de cristal en una mesilla cerca del joven, hizo una reverencia y volvió a marcharse.

-¿Te habían tratado antes tan bien?..son complacientes estos criados, por supuesto siempre que tengas cómo pagarles bien. Codiciosos...-bebió un sorbo de su copa de vino.

El chico observó al criado traerle el agua. Tomó el vaso y echó un trago. Incluso así parecía que sabía mejor. Alzó la vista hacia el demonio y dejó de nuevo el vaso, apoyándode en el respaldo del sillón y cruzando las manos sobre el estómago.

-En realidad... creo que me abruma tanto lujo-aseguró mirándole y sonriendo después-. La verdad es que no... Nunca he tenido un sirviente que me trajera agua así ni me hiciera cruzar un jardín en coche... Si, me gusta tu casa. Como para no gustarme...-comentó sonriendo de nuevo y guardando un momento la mirada. No podía evitar sentirse como un crío delante del tesoro más impresionante del mundo, y actuar en consecuencia.

Kratos asintió, complacido. Le gustaba que dijeran cosas agradables de su casa, en todos los que pasaban por allí toda aquella riqueza lograba arrancar suspiros y piropos de todas clases.

-Y tengo dos casas más, para cuando deseo descansar. Una de ellas está en el mediterráneo..aahh...si vieras aquello, el rumor del océano, el sol bañando tu cuerpo en invierno, el aroma marino...-cerró los ojos, rememorando aquel paraje que, sin ser tan favorito como 'Adèle', era un lugar para él paradisíaco- Pero bueno, no nos demoremos más. Supongo que no querrás pasar tu tiempo libre en la casa de un demonio...

Se levantó de su asiento para rebuscar en el cajón de un escritorio de madera, pegado a la pared. Extrajo de allí unas fotografías y algunos dibujos.

-Estos días me has llevado por la calle de la amargura, no te creas..-comentó al tiempo que volvía a dejarse caer en la butaca- pero soy brillante y he dado en el clavo. Estudié la escama y después de horas y horas de trabajo llegué a la conclusión de que no era de ninguna especie animal corriente. Se me ocurrió entonces llamar a un amigo, experto en criaturas mitológicas y del estilo y él digamos que..te encontró -después de observar a Bal durante unos segundos le alargó los documentos- son fotografías reales y dibujos de lo que eres y lo que ocurre cuando ...cambias..

Así era. En las fotografías se veía al detalle el proceso de transformación de un híbrido de esa especie. Una por una recreaba el cambio hasta finalizar en la criatura completa.

El muchacho le miró con desconfianza y no dejó de mirarle hasta que no tuvo aquellos papeles en sus manos. Arqueó una ceja y después los miró. Los estuvo mirando durante unos segundos a penas, antes de poner cara de no saber qué era aquello y girar un poco los papeles buscándole algún tipo de sentido a aquellas imágenes.

-¿Me estás diciendo que yo soy esto?-preguntó incrédulo alzando la vista hacia el demonio, de veras sorprendido antes de alzar las fotografías y verlas de nuevo. Siguiendo aquellas extrañas fases Bal n se ubicaba más alla de entre la primera y la segunda, pero seguía pareciéndole imposible aquello.

-Esto es... un monstruo-comentó al fijarse mejor en el resultado de todo aquello. Desde luego nunca había visto criatura semejante-. ¿Y me dices también que llevo toda la vida creyendo que soy casi el único humano de esta ciudad y he estado equivocado?-volvió a preguntar.

El demonio aguardó en silencio todo el tiempo que Bal estuvo mirando las fotografías. Supuso que, para él, no sería un golpe agradable descubrir lo que era y lo que le podía pasar si cambiaba. Cuando el chico terminó de hablar, Kratos respondió con tranquilidad.

-Yo no he dicho eso. No conozco a todas las personas de la ciudad e ignoro si hay muchos humanos o pocos...tampoco me importa -se encogió de hombros- y tampoco he dicho que no seas humano, lo eres...en parte. En otras palabras: eres un híbrido -sentenció.

El muchacho le osvervó con el ceño levemente fruncido, escuchando aquello.

-Entiendo...-comentó sin en realidad comprender demasiado del asunto. Era complicado de asimilar, desde luego, pero si realmente fuera así sería algo que no le iba a sorprender. Al fin y al cabo estaba rodeado de criaturas extrañas a cada momento, podría formar parte de ellas sin problemas y también explicaría lo que le ocurría tan a menudo.

-Y... ¿no hay forma de distinguir eso? Porque yo no me noto nada raro... Emm... ¿no debería sentirme poderoso o alguna cosa así? Me siento demasiado normal... ¿sabes algo de eso?

Kratos se encogió de hombros. No dominaba el asunto hasta tal extremo y tampoco cayó en la cuenta de preguntárselo a su amigo científico.

-No lo sé, pero recuerda cómo te ocurrió la última vez que te vi -el demonio le recordó los sucesos acaecidos aquella noche- ¿No te da alguna pista?...te sientes normal ahora...¿Y en aquel momento?

-En ese momento...-repitió el muchacho pensativo.

Era cierto que en más de una ocasión había actuado, por milésimas de segundo a penas, de una forma muy contradictoria a la que creía posible. Había golpeado a alguien con una fuerza que claramente no poseía, o arañado como si tuviera zarpas, aunque después de mirarse no encontraba rastro de nada parecido. De todos modos habían sido cosas tan rápidas que no había tenido tiempo de examinarlas.

-Aquella vez no sentí más que dolor, porque me estaba empezando a nacer eso... Y un poco de miedo creo. Cuando... cuando me levantaste en el aire y después de separaste de ti de forma brusca creo que me alteré un poco.

-Ahá...

Kratos quedó entonces pensativo. Parecía revelarse, en parte, el misterio..si era como él lo estaba imaginando empezaba a tener claro el asunto.

-Cuando te viste amenazado por algo que no conocías...tu cuerpo empezó a cambiar. Puede ser una reacción contra el peligro, para que puedas sobrevivir...Como un camaleón, que cambia de color para ocultarse de sus enemigos -de nuevo guardó silencio, sus ojos profundos no cesaban de escrutar a Bal ni por un segundo-...completamente transformado debes resultar devastador..

-¿Devastador?-preguntó riendo un momento y evaluando de nuevo las posibilidades desde otro punto de vista. Quizás le gustara aquello de ser una criatura aunque nunca lo hubiera probado.

El muchacho se levantó encontes, atraído por los cuadros que decoraban las paredes y caminó hacia uno de ellos en especial, dándole la espalda al demonio.

-¿Quién es toda esta gente?-preguntó mientras metía descuidadamente una mano en el bolsillo, sacando aquella escama verdosa que había traído con él. La posó cuidadosamente sobre la palma de la mano y la observó. Era brillante y bonita, pero no terminaba de verse recubierto completamente de ellas. ¿Dolería una transformación completa?

Mientras pensaba no se percató hasta que fue demasiado tarde de que su pie, bajo la escama, se abría de pronto con una brecha sin sangre, absorviendo aquella escama y ocultándola bajo la piel y haciéndola desaparecer para que la piel, de pronto, se cerrara sin dejar rastro. El muchacho se llevó asustado la otra mano allí, tocando y tratando de buscar la escama que había desaparecido, y con cara de susto se mantuvo en silencio antes de girarse hacia el demonio y guardando las manos tras la espalda.

El demonio, sin inmutarse, siguió sentado en la butaca. El cristal de su copa brillaba tenuemente cuando la luz lo alcanzaba, dándole un aspecto hipnótico y el liquido rojizo ondeaba en su interior, lentamente. En eso estaba entrenido aquellos segundos antes de que Bal lo arrancara de sus pensamientos.

-Qué cuadro -murmuró a la vez que se levantaba. Se acercó a él para que le señalara la pintura y una mueca de disgusto de formó en su rostro. Un semblante sombrío y poco amigable contempló las caras en el lienzo. Una de aquellas personas era él, antes de tener el cuerpo que ahora poseía. Jamás nadie podría identificarlo pues el aspecto de aquel retazo no era sino de un hombre sin ninguna belleza física- eres muy curioso Bal...-comentó con voz severa- Creí haberme desecho de todas estas pinturas -murmuró para sí mismo pero enseguida supo por qué ésa seguía allí, a su lado, dibujada como un ángel estaba Adèle- toda esta gente son conocidos míos, hace mucho tiempo de esto...Otros años, otra época...cerca de 1800...

El muchacho escuchó su explicación, y después de mirarle miró de nuevo el cuedro, observando aquellos rostros sin reconocer nada en especial de ellos. Claro que él nunca se había movido por la realeza o la nobleza... o lo que quisiera que fuera lo que moraba en aquel tipo de palacios, así que no podría conocerlos de todas formas.

-No es malo ser curioso...-se excusó con un tono de voz de no estar completamente seguro de lo que decía-. Aprendo muchas cosas aunque corra el riesgo a veces de ponerme en peligro. Mientras sobreviva no tiene nada de malo investigar, ¿no te parece?-le preguntó volviendo el rostro hacia él con una amplia sonrisa aniñada.

Aunque Kratos seguía contemplando la pintura escuchaba a Bal. En aquel lienzo, todos aquellos rostros pintados frente a su casa en Londres le devolvían la mirada de tiempos pasados, tiempos agradables incluso para un demonio tan perverso como él.

-No es malo..-coincidió y cuando volvió la vista hacia él un atisbo de melancolía teñía sus ojos- además..si te encuentras en peligro siempre puedes...no sé..¿Transformarte?...jaja ..-se echó a reir. Aunque pudiera parecerlo a ojos ajeno, Kratos no pretendía ser despectivo con aquel comentario, sólo colocar una nota graciosa que borrara aquellos recuerdos en él- ¿Quieres hacer alguna pregunta mas?..

El chico frunció el ceño cuando escuchó aquel comentario, apoyando las manos sobre la cadera y después se quedó pensativo.

-Creo que no... Aunque si lo que quieres es seguir colmándome de atenciones y que tus criados sigan cubriéndome con todo lo que necesite a todo momento pueden ocurrírseme muchas cosas sobre la marcha...-apuntó meneando ligeramente la cabeza. Para meterse donde no le llamaban siempre tenía recursos-. A no ser... ¿estás ocupado?-preguntó señaland con el pulgar hacia la puerta por la que habían desaparecido de la vista de toda aquella gente reunida.

Kratos soltó una carcajada, divertido.

-Vayaa...al muchacho le gustan los lujos...-comentó, dejó la copa encima de una mesita y dio algunos pasos alrededor del chico, con las manos a la espalda- no te apures, mientras seas invitado mío...esos sirvientes vivirán para ti, para eso les pago...jajaja.

Frunció el ceño un instante. Cuando el demonio invitaba tanta gente a su casa solía ser para celebrar fiestas que podían durar semanas. Aquella costumbre, que arrastraba de otros tiempos, le complacía y por ello era que seguía conservándola, aunque no era preciso que estuviera con ellos todo el tiempo, ni ellos con él. Dormían y comían en su casa, como un grupo sin embargo a veces se disgregaban.

-¿Qué sugieres? Si es algo más interesante puedo prescindir de ellos y ellos de mí un tiempo.

-Emm...-el chico alzó ambas manos como si estuviera predispuesto a impartir algún tipo de explicación pero se quedó pensando, tratando de que le viniera algo a la cabeza mientras miraba ligeramente a su alrededor por si algo de lo que por allí había le daba alguna idea de qué poder hacer.

Se acercó a una de las ventanas, viendo como poco a poco la noche comenzaba a caer. Le encantaba la noche. Era su imperio, simbólicamente hablando, claro, casi su alimento, y era mucho más diferente pensar de día que de noche. El chico sonrió a penas de medio lado observando los jardines que rodeaban la casa y apoyó una mano en el cristal.

-Tienes unos jardines muy grandes...-comentó alzando una ceja para volverse hacia él-. ¿Todos tus invitados son criaturas?