Piel de serpiente - LIBRE -

Después de meterse allí a toda prisa se paró en una de las paredes de aquella caverna débilmente iluminada por la poca luz que se filtraba hasta allí.

El muchacho apoyó la espalda en la pared un segundo, dolorido, y después se inclinó sobre si mismo apoyando las manos en las rodillas, tratando de recuperar el aliento. Jadeaba y respiraba de forma agitada y dificultosamente mientras apretaba los dientes. Después de un momento se irgió de nuevo tratando de enderezar la espalda con aquel dolor punzante y se llevó una mano al brazo, tocándolo por debajo de la camisa y notando aquella rugosidad anómala en su piel. No tenía necesidad de mirar porque ya sabía lo que era, y le resultaba desagradable, pero más desagradable era aquel extraño dolor que le recorría de arriba a abajo si se rozaba la piel a penas.

Después de escuchar fuera un golpe, en la calle, se separó de la pared de un salto y dio un paso atrás. No tenía salida por donde había entrado, de modo que optó por internarse más en las catacumbas, buscando quizás alguna posible salida.

Darah le había sentido, desde que le dono a su sangre al pequeño, aquel vinculo, se había hecho mucho mas estrecho, sintiendo sus temores, su miedo y necesidades…las cuales ahora estaban exasperadas…

Salio del cementerio y de un salto por la alcantarilla correcta, penetro en las catacumbas, oliendo las esencias de Bal, y su perseguidor…

-Maldito chucho…

Musito para si, percatándose de la especie del atacante, recorrió los pasillos oscurecidos encendiendo las lámparas de lava a su paso, sin ni siquiera mirarlas, como si todo ardiera a su paso…

-¿Qué temes Darah? Deja que ese criajo sufra, el dejara de darte problemas…


No dijo nada tan solo se poso tras la bestia con los ojos completamente negros de furia, destacando entre la nívea piel y su camisa blanca impoluta, miro Bal, percatándose de las escamas de su brazo…

-Cálmate o ira a peor…

Musito en la mente del chico con un tono que denotaba ferocidad…

El muchacho se sobresaltó. Esperaba como mucho vérselas con el licántropo del nuevo, al cual había herido sin querer en la calle cuando se vio asaltado, y ahora le perseguía. Sin embargo, cuando efectivamente la bestia dio con él, lo que menos esperaba era que aquel vampiro estuviese allí también.

Como un acto reflejo apartó un poco el brazo, como si quisiera esconderlo aunque no se veía nada realmente en él, y miró a la bestia enfurecida girándose, enarbolado en sus casi dos metros de altura hacia Darah para mirarle con los ojos encencidos en rojo y dorado. El muchacho no dijo nada. Como si de pronto le hubiera dejado de importar el peligro en el que se había envuelto, su estado y aquella bestia persiguiéndole, bajó el rostro y torció la mirada, no siendo consciente de que quizás lo que debía hacer era aprovechar para huir.

El licántropo, lanzo un zarpazo, que pareció traspasar a Darah, pero simplemente se había movido demasiado rápido, salto sobre la bestia, clavándole las uñas en el pecho y la espalda, haciéndole rugir de pura rabia…

-Eso es Darah, destrúyele, utiliza esa ira que te consume…

El animal intento dañarle zafarse de el, arañando su columna, pero Darah…abrió la boca, y comenzó a beber con voracidad del otro, desangrándolo con rapidez y eficacia, hasta que callo inerte en el suelo, quedando el complejamente cubierto de sangre, su camisa antes blanca estaba casi tintada de rojo y de su boca, caía algo de liquido bermejo, jadeando y apretando los puños, con los ojos cubiertos por el flequillo, temblando de rabia, sin mirar al hibrido…

El chico a penas se apartó un poco, asustado por aquella pelea, pero no se marchó de allí. Hubiera sido lo mejor, que les dejara para tratar de huir, pero no lo hizo.
Cuando el licántropo cayó a los pies de Darah, miró al vampiro un momento con una mano todavía sujetándose el brazo y respiró con cierto alivio. Después de todo aquel tiempo aunque había querido demostrar ser fuerte e inmune a todo aquello en realidad no había podido dejar de pensar en él, y fuera como fuera, se alegraba de haber estado en peligro solo aquel momento si el resultado era volver a tenerle delante.

Pero no dijo nada. Se quedó en silencio, respetando aquel ataque inconrolado de rabia del mayor para no alterarle más si pudiera ser posible ni convertirse tal vez también en el blanco de sus golpes. Se mantuvo en pie, mirándole con cierta nostalgia incomprensible.

Darah seguía en silencio, respirando agitado, se metió la mano en el bolsillo trasero del pantalón, y saco un colgante muy hermoso, cuya pieza central era la piedra que Bal encontró en la cueva, se acuclillo y lo dejo en el suelo, dándose la vuelta, como haciendo amago de irse…

El muchacho observó aquel collar, aunque su vista se fijó en la pequeña piedra dorada que la coronaba. Cuando la dejó en el suelo y se dio la vuelta el muchacho se soltó el brazo, sin quitarlela vista de la espalda.

-Dámelo-le pidió con la voz serena y clara, casi como una orden pronunciada por su melodiosa voz de eterno niño. Se quedó quieto y sereno, olvidando momentáneamente el dolor de su cuerpo para esperar una reacción por parte del vampiro, negándose a recogerlo del suelo.

Darah paro su caminar, girando levemente el rostro para mirar el colgante y nada mas, no al pequeño que le daba aquella orden…el colgante se elevo sin que nadie lo tocara, y floto hasta estar frente al rostro de Bal…dándoselo sin apenas moverse…

Pero el muchacho no lo cogió. No era lo que quería y frunció levemente el ceño sin dejar de mirar al vampiro.

-¿Puede saberse qué te pasa? ¿¡Eres capaz de hacerme de príncipe azul y rescatarme del peligro y no de hablarme a la cara, maldito cabrón!?-le espetó alzando la voz de tal forma que las paredes de aquella caverna vibraron levemente. Aquel estado de extraña transformación le alteraba de tal forma que no era si quiera consciente de lo que decía, aunque si de su significado.

- Solo cumplo lo que pediste…y aun he roto mi promesa salvándote, pero no podía dejar que acabaras así…tranquilízate o tu transformación será mas intensa…

Musito hablándole de nuevo mentalmente, apretando los puños y cerrando los ojos, sintiendo que de nuevo todo se le derrumbaba, y se amontonaba en su pecho…con la sangre de aquel animal…recorriéndole el cuerpo…

Baladaur apretó los dientes y los puños, acercándose entonces a él a penas en un par de zancadas para sujetarle por el brazo y tirar con asombrosa fuerza de él, obligándole a darse la vuelta para que le mirara. Le miró un momento a los ojos con los suyos centelleantes y después negó con la cabeza.

-Malinterpretaste mis palabras-le dijo arrugando levemente la frente-. No quería dejar de verte, lo que no quería era que me obligaras a...-maduró un momento aquello en su cabeza-... a enamorarme, a tener que depender de ti para todo, para que después me rompieras el corazón como tantas veces me has repetido que harías, y estar esperándote después en alguna puerta...-masculló bajando la voz y hundiéndose en si mismo mientras dejaba aquella alteración-... esperando a que quizás algún milagro te trajera de nuevo para verme-terminó de decir, relatándolo como las escenas de alguna película clave, ocurrida de verdad.

Tenia los ojos cerrados sin atreverse a mirarle, escuchando cada silaba de lo que el otro decía, sintiendo como las palabras se clavaban en su pecho como puñales…

-No puedes pedirme eso…no puedes pedirme que te obligue a amarme, por que ni siquiera yo mismo se lo que siento, y tampoco anhelo algo que te impongo…solo lo que tu me das…y desde luego quebrarte el corazón, es lo ultimo que deseo…ahora mismo…no comprendo ni mi mente Bal…

Seguía hablándole mentalmente incapaz de utilizar su propia voz, sabiendo que se le quebraría si lo hacia…

Nuevamente la momentánea paz que le invadía se vio quebrada por un nuevo remolino de sensaciones desagradables, incitantes a hacerle tambalear. Comenzó a sollozar por la deseperación llevándose las manos a la cabeza y apretándolas como si quisiera borrar algo o impedir que saliera, dándose la vuelta y dando a penas un par de torpes pasos.

-Deja de hablarme a la mente-le dijo con los dientes aún apretados-. No lo soporto, quiero que dejes de hacer esto, ya basta Darah... deja de hacérte la víctima porque no eres tu solo el que sufre... ¡Deja de decirme que no puedes darme algo que no deseo, porque te equivocas!-le gritó volviendo a mirarle, respirando con rapidez-. No tienes quen hacer nada de esto, te estás equivocando, y lo único que consigues es causarte daño a ti y a los demás.

Darah apareció de pronto frente al chico apoyando una mano a cada lado de su rostro, todavía con los ojos ocultos bajo el flequillo…

-Hago lo que prometí…y ¿Por qué me dices ahora que lo anhelas? No te amo Bal, no te conozco lo suficiente, soy un monstruo egoísta y dañino, puede que una noche me despierte abriendo, y me agrada tanto tu sabor, que decida tomarte…que decida dejarte seco…¿Es lo que quieres? Poner tu vida en peligro, por alguien a quien no amas…

Le dijo ahora en voz alta...

Pareció serenarse cuando la piel del vampiro entró en contacto con la suya, y alzó la mirada para verle y escucharle. Efectivamente no le amaba, pero algo incómodo dentro de él se removió de golpe al oír que Darah tampoco le amaba a él, a pesar de ser lógico.

-Porque nunca nadie me ha tratado como tu-le dijo simplemente haciendo esfuerzos sobrehumanos para no llorar, conteniéndose finalmente-. No necesito amarte para saber que me has venido como un milagro que no pedí, y el que agradezco con todas mis fuerzas, y ver que tu, aunque tampoco me ames... estás sufriendo, no me ayuda, ¿sabes?

El chico cerró los ojos, notando como por un momento la cabeza se le iba.

-No temo por mi seguridad, ni mi sangre, ni si ya no me despierto más. Mi vida no me preocupa, Darah, me preocupa que salgas de ella.

Golpeo con fuerza la antigua pared, hasta el punto de dejar un agujero con su puño marcado…

-¿Cómo te atreves a decirme eso ahora?...Me lo dijiste Bal…me echaste de tu casa…tuviste oportunidad de detenerme y no fue así…

Le dolía el pecho, el hielo perteneciente a el…demasiadas cosas habían pasado en su ausencia, y no se arrepentía ni de una sola de ellas, pero el regreso del azabache a su “vida” no era algo sencillo, no era algo que pudiera aparecer y desaparecer por que si…

-Lo habría hecho, si no hubieras desaparecido después de decirme que me querías-le dijo el chico mirándole un momento.

No tenía más posibilidades. Estaba claro que cada uno lo veía de una forma, y aunque comprendiera la situación del vampiro y el por qué de su mente turbia, no lo compartía.

-Realmente... no sé que está ocurriendo-dijo encongiéndose de hombros, chasqueando después la lengua para mirar a un lado-. Y a mi me estás quitando de la mente todas las posibilidades de las que creo que dispongo. Sólo me queda preguntarte qué es lo que quieres tu, y acatarlo. Si lo que quieres es estar conmigo convénceme de eso, haz que desee solo estar a tu lado, no me quieras convencer de que a tu lado no estoy seguro. No me creeré que me quieres hasta que no me lo demuestres, Darah.

-Te quiero…pero no te amo…

Le dijo con la voz quebrada, apoyando su frente en la contraria, mordiéndose los labios con fuerza, por necesidad de aferrarse a algo coherente…

-No sabes cuanto te he añorado Bal…mucho…pe…pero el me necesita, es mi pequeño, no puedo dejarle solo…no puedo…

Murmuro casi inaudiblemente negando con la cabeza, mientras acercaba con lentitud sus labios a los del hibrido, rozándolos contra apenas…

-No quiero que te alejes de mi…no lo deseo, eres importante Bal…mucho, pero no podemos tener lo de antes…yo...yo…

-¿Quién te necesita?-preguntó casi por acto reflejo, separándose entonces de el cuando escuchó aquello. Su voz se apagó mmentáneamente, y notó como un agujero negro se le tragaba un instante, pero se repuso rápido-. Tu qué, Darah.

Le preguntó llevándose una mano a la cara, notando como su piel comenzaba a temblar y los ojos se le empañaban.

-¿Quieres resumirlo todo en que ya conoces a alguien y no quieres separarte de el por estar conmigo, no verme cada noche ni estar conmigo hasta que se crea necesario? Porque si es así no tienes más que decirlo simplemente. Soy importante... pero qué.

Negó con la cabeza mirándole ahora con sus ojos de un tono anegrado a causa de la recién bebida sangre y el dolor que sentía por esa conversación…

-No quiero separarme de ti Bal, pero no puedo, seguir siendo tu amante, no puedo…yo…yo…creo que lo amo…

Dijo muy bajo, confesándoselo mas a si mismo que al muchacho…incluso tartamudeando cosa que era mas que extraña en el…

-Siber me necesita, no tiene mas de 16 años y esta solo, me necesita…y yo a el…pero eres importante para mi Bal…mucho, te quiero y no deseo que te dañen…ni dañarte…

Musito extendiendo la mano para acariciarle el rostro con dulzura, sintiendo el dolor en el pecho, que le causaba el decirle aquella verdad…

No eran palabras que se esperara, pero tampoco le sorprendieron. Eran como una extraña molestia que tenía esperanzas de no sentir, pero que al final vino y no le quedaba más remedio que acatarla como bien podía.
El chico dejó que le acariciara mientras le miraba a los ojos, ausente.

-Yo también estoy solo-mustió sin moverse del sitio para llenar lentamente los pulmones, pensativo-. Pero... soy fuerte, Darah, y estoy más que acostumbrado a que me ocurra esto, he perdido la cuenta de las veces... en las que creí encontrar a alguien con quien compartir algo que naciera poco a poco, aunque siempre se paró en el mismo momento, antes de nacer. Supongo que es mejor así...

El chico habló con sinceridad. Realmente, no sabía por qué razón, siempre ocurría aquello, y se había inmunizado tan a conciencia que a penas podía quejarse, porque no tenía razón.

-Si le amas... debes estar con él. A mi no me perderás, Darah, no quiero que te preocupes por eso a partir de ahora. Ni me apartaré de ti ni dejaré que te apartes. Seamos amigos. ¿Vale? Necesito un amigo.-le dijo con una sonrisa algo amarga, pero suave y soporífera, mirándole a los ojos.

Darah no dijo nada se limito a acariciarle y besar su frente, abrazándolo de pronto, como un ruego silencioso de que no se fuera, pues realmente no deseaba separarse de el no para siempre…

-¿Podemos ir a la cueva por favor? Necesito tranquilizarme, y quitarme ese asqueroso olor a chucho…

Dijo refiriéndose al licántropo, había bebido de el, pero no le agradaba en absoluto ni el sabor ni la sangre de esa especie…

-Por favor, acompáñame a la cueva…

El muchacho le devolvió el abrazo. Era un abrazo suave, y tranquilo, pero muy sincero, en el que quiso o intentó al menos transmitirle todo lo que no había podido abrazarle en el tiempo en el que no le había visto. Quizás había cosas de las que hablar, pero ya habría tiempo para aquello.

El chico abrió los ojos mirando al animal muerto en el suelo y después asintió con la cabeza.

-Está bien, te acompaño-le dijo sin despegarse de él.

(aquí)