Entre lápidas

Después de un corto encuentro con un tipo del todo desagradable, de dudosa procedencia natural, Baladaur se tomó la libertad de acercarse por su cuenta a las puertas dobles de metal negro. Sin duda aquello significaba que le habían admitido. No le habían puesto demasiada buena cara, pero la falta de gente dispuesta para el puesto hizo que fuera lo más óptimo para el puesto.

El muchacho se detuvo antes la verja, mirándola. Sabía que aunque fuera ahora el guardián de aquel sitio no debía entrar por las buenas...

Estaba en lo alto de su panteón, calmándose después de haberse alimentado de una muchacha para que la bestia se callara unos instantes…escucho sus pasos inconfundibles…seguros…y el aroma de Bal…era demasiado tentador como para dejarle solo…

En un instante estuvo frente a el al otro lado de la verja sonriéndole tranquilo, con su hermosa y blanca faz brillando bajo los rayos del sol…el era demasiado fuerte y antiguo como para que le dañara…
Estiro la mano acariciándole las sonrosadas mejillas…

-¿Estas bien?

El muchacho le vio llegar y esperó a que se presentara ante él.

-Si-contestó con suavidad-. Me han cogido, como podrás suponer...-comentó ladeando un poco la cabeza, echando la vista hacia atrás un instante para volver a mirar al vampiro-. ¿Me dejas entrar? Quiero ir familiarizándome con el lugar.

Darah hizo un ademan y la puerta se abrio chirriante…

-No estaras dentro…tu trabajo es externo, los alrededores del cementerio, pero si aprendes los caminos seguros…podras ayudarme…ya sabes que este cementerio no es un lugar seguro…

-¿A no?-preguntó con un deje de repentina desilusión al escuchar aquello-. ¿Qué sentido tiene guardar el cementerio por fuera del cementerio? Dentro sería más util...-comentó el muchacho entrando allí. Todo se veía diferente con luz de día, pero sabía que durante la noche aquel lugar recobraba aquel brillo mágico que tanto le gustaba.

-Se trata de que nadie entre aquí, no de sacarlos…tan solo poniendo n pie en la zona equivocada se quedarian sin el…

Le sonrio calido tendiendole la mano…

-¿Qué quieres ver primero?

El muchacho le miró y optó por tomarle la mano.

-Lo que más conveniente creas que deba ver. Pero no me pongas a prueba-avisó recordando la vez que habían visitado aquel panteón con la voz femenina tentándole hacia la muerte.

Darah suspiro guiándole por el laberinto de lapidas...explicándole cada uno de los seres y criaturas que ahí se hallaban fueran vivas o muertas...poco a poco se iban acercando mas y mas al centro del cementerio...al centro del lugar a su morada...quedando en la puerta enorme con tonos plateados... Darah se queda mirando al muchacho...

-Aquí es donde todo comenzó...

El chico le miró un momento, parpadeando un instente antes de hacer un vago gesto, silencioso, como si quisiera que le explicara aquello.

-¿Te importa?-le preguntó con suavidad mientras se alejaba unos metros, estirándose y apoyándose en uno de los viejos árboles, tratando de desentumecer sus piernas.

Darah sonrío irónico acercándose al muchacho y apoyándose en el arbol a su lado suspirando...

-Yo...mi historia es algo larga...y no siempre estuvo unida a la de el...- dijo señalándose el colgante rojo...

Mirando de reojo aquella pequeña perla recordó todo lo que ocurría cerca de ella. Dejó de mirarla al instante tratando de evitar aquellos pensamientos, prefería perderse en los árboles y en las lápidas que en aquel trozo de gema del demonio.

-Adelante, cuéntamela-le animó mirándole de nuevo a los ojos-. Tengo todo el día.

Se mordió los labios mirándole...

-Deja que te lo cuente dentro...será mas fácil de comprender...

Por motivos que creía más que evidentes empezaba a costarle creer en la palabra del vampiro, o al menos fiarse de él, dijera lo que dijera para asegurarle que nunca le haría daño. Por su parte la noche anterior ya había descubierto el engaño y le había sido más que suficiente, pero después de un momento de duda, mirándole receloso pero calmado a los ojos azules, accedió a acompañarle hasta el interior del panteón.

Se acerco de nuevo a la puerta, con el rostro algo apenado por que el muchacho dudara de el, aunque supiera que l merecía...la mente de Bal gritaba a gritos "DESCONFÍA" y eso le dañaba...

Miro la enorme puerta plateada, con grabados perfectos, y terroríficos...monstruos devorando todo tipo de seres...incluso se podía vislumbrar la sangre manado de los asesinados...era una clara advertencia de muerte...Con sonoridad el portaron se abrió, dejando paso a la penumbra del lugar...llenándolos de un intenso aroma, no fácil de catalogar, pero sin duda olía bien, perfecto, atrayente...olía al poderoso vampiro que sostenía la mano del hibrido, y que miraba el suelo intentando encontrar las palabras para comenzar su historia...

Sin duda era imponente, pero Baladaur se abstrajo de distraerse con la ornamentación. La última vez que lo había hecho casi le había costado la vida, y no era un recuerdo agradable. Después de respetar aquel siencio devolvió la vista al vampiro, tratando de encontrarle el rostro.

-¿Y bien?-preguntó ladeándose un poco, evitando tocar nada de allí dentro.

Darah le miro frunciendo el ceño…

-Vale ya…te he pedido disculpas ¿no? He intento remediarlo…

La actitud del chico comenzaba ha dañarle demasiado y le costaba soportarlo…

Bal frunció el ceño.

-¿A qué viene eso ahora?-replicó cruzándose de brazos delante de él-. Has dicho que querías contarme algo aquí dentro... Pues estoy esperando-indicó con evidencia alzando las cejas y mirándole.

-SI y te lo voy a contar pero…me duele…

Susurro girándose y suspirando…resoplo y comenzó a bajar unas escaleras larguísimas en forma de caracol que conducían hacia el subterráneo…

-Te estoy llevando al comienzo_ le dijo antes de qu pudiera reprochar nada…

Bal no hizo ningún comentario sobre aquello. Replicarle significaba dar rienda suelta a una situación en aquel momento que sólo Darah creaba al parecer, aunque no era mentira que Bal trataba de mantener un ligero margen entre ambos de forma simbólica. No era enfado ni mucho menos, era simplemente el tenerle como un conocido y no como lo que antaño pudo ser.

-Bien-masculló el muchacho apoyando una mano en la pared, evitando tropezar por aquellas escaleras.

Suspiro al escuchar una vez mas sus pensamientos…

-Eso también me duele…

Dijo refiriéndose al hecho de que le tratara como a un mero conocido…sin embargo no respondió a la urgencia del pequeño, simplemente hizo un ademan con la mano, y millares de antorchas se encendieron, para que pudiera ver en la oscuridad de su morada…descendiendo casi de forma interminable hasta las profundidades de la ciudad…

Bal le miró.

-¿Sabes lo que es la intimidad?-le preguntó con un tintineo en la voz mientras bajaba las escaleras con más seguridad-. Te agradecería que dejaras de hacer eso. Es un poco desagrable que no pueda pensar con tranquilidad...

Apreto los puños en una mezcla de furia y dolor…terminando de bajar y encontrándose en una sala iluminada con luz de las antorchas, vacia a pesar de que tenia varios pasillos a su alrededor que parecían llevar a otros lugares, hallándose justo en el centro, una lapida de un material extraño, Darah se acerco al objeto, mirando a Bal de modo frio…

-Ven…

El muchacho miró a ambos y se acercó a la lápida, metiendo las manos en los bolsillos. Aquel frío extraño de dentro de la cripta era sin duda acogedor para él. Desde que se había convertido, y lo más importante, desde que había aceptado su naturaleza sinuosa y sin duda rastrera entre las alimañanas, el frío y los callejones húmedos eran sus parajes favoritos.

No dijo nada. Sin duda no hacía más que empeorar las cosas, pero lejos de importarle aquel detalle, lo único que quiso con su silencio fue que Darah comenzara ya a relatarle todo aquello.

Darah suspiro una vez, sin necesidad de leerle como para saber lo mucho que le costaría recuperar su confianza…
Pero aquel no era el propósito de esa noche…y el lugar pedia a gritos que narrara la historia, rio de modo ironico, y miro al muchacho…el no debía sentir nada…no se percataría de la llamada…pero quería que experimentara unas cuantas cosas antes de revelarle todo…

-Tócala…

A Bal no le hacía falta leerle la mente para notarle ya en la cara lo que podía estar pasándole por la cabeza. No podía evitar sentir algo de culpa, pero las cosas estaban así sin haberlas planeado, y simplemente lo dejó correr. Se acercó a la lápida, y despacio, alargó una mano hacia ella, hasta notar bajo los dedos el frío del marfil.