Búsqueda de un demonio - PRIVADO KRATOS -

Kratos se acercó a la ventana, junto a Bal y contempló la inmensidad del exterior. Sus jardines, hermosos y vastos pronto dormirían bajo el manto de la noche. Sonrio ligeramente, estaba orgulloso de esa mansión y de todo lo que la rodeaba.

-No -respondió sin apartar su mirada del cristal- hay de todo, humanos incluso...pero puesto que están aquí por voluntad propia, saben a qué atenerse si son dañados. Otros humanos en cambio no temen por sus vidas, están bajo mi protección y si alguna criatura les pone un dedo encima se las ven conmigo...cosa que no desean experimentar.

-Ya...-el muchacho pensó en aquello. Le hubiera gustado corretear por aquellos jardines, pero se descubrió a si mismo tratando de descubrir tesoros nuevos y secretos en un seto recortado y estudiado. No era como los bosques apartados y desconocidos por todos. Allí nunca se terminaban de encontrar cosas nuevas, y era uno de los grandes pasatiempos de Bal. Urgar en la tierra.

Se separó levemente del cristal y caminó con suavidad por aquella pequeña sala, observando las cosas que había, hasta que finalemnte largó un suspiro de humillante derrota y apoyó las manos en el respaldo de uno de los sillones.

-No se me ocurre nada. Creo que tanto lujo me ha cegado...-dijo arrugando la frente y mirándole.

-No sabéis disfrutar de lo bueno vosotros..-comentó el demonio- por una vez en tu vida te ofrecen todo lo que quieras...y no sabes qué hacer...Curiosos sois -murmuró mientras se retiraba también del vatanal- Pues yo me estoy aburriendo ¿Qué soléis hacer.....cuando hacéis algo?..quiero decir...la gente como tú...¿Cómo os divertís?

No comprendió aquel calificativo de "personas como tu" pero no le dio demasiada importancia. Se encogió de hombros y le miró.

-Te resultaría un tipo de lo más aburrido, porque mi vida se resume en trabajo de camarero en el club y vuelvo de día a dormir a casa... Y si tengo la suerte de que me concedan una noche libre me la gasto en pasear por los bosques o el cementerio de la ciudad. No hago gran cosa, al menos conscientemente-comentó sonriendo de medio lado y encogiendo un hombro-. Es patético, lo se.

durante la primera parte del relato de Bal la expresión de Kratos se resumía en una mueca de disgusto. ¿Qué tipo de vida llevaba ese chico tan aburrida? Amén de trabajar en un lugar tan nauseabundo como el club, al menos para su gusto..aquel sitio era poco más que un cuchitril.

Sin embargo cuando pronunció la palabra 'cementerio' su interés se acrecentó.

-¿Vas al cementerio? -preguntó, colocándose detrás de él y a muy poca distancia- tengo entendido que..está restringido..

El muchacho le miró y se dio la vuelta hasta tenerle en frente.

-Si... lo se. Pero me escabullo para ir allí sin que me vean...-comentó llevándose una mano a la cabeza y echándose un poco hacia atrás al notar aquella corta distancia, aunque se chocó contra el sillón-. ¿Por qué me lo preguntas?-le dijo alzando una ceja. ¿Sería posible que a él también le gustasen los cementerios?

Kratos no se movió porque la poca distancia surgida entre ellos ni le importaba ni le disgustaba. Se limitó a meditar en aquello y responder.

-Ya sabes...hasta hace un rato creías que eras un humano normal y corriente, con todas sus desventajas..y eso incluye una muy notable en un cementerio restringido -sonrió levemente y añadió- comprende mi curiosidad..

El chico parpadeó un momento madurando aquello. Lo cierto era que algo de razón tenía, o eso parecía. Aunque ni siquiera lo había relacionado con ser avezado en escapadas, sólo relacionó aquello con el hecho de que pudiera ser un día con baja vigilancia en el cementerio.

-¿Y eso... te resulta interesante?-le preguntó arqueando una ceja-. Supongo que si... aunque lo cierto es que nunca me he topado con guardias ni nada... ¿No puede ser simple coincidencia?-comentó encogiéndose de hombros y arrepintiéndose después de lo que había dicho. ¿Estaba tratando de impresionarle? Porque si era así lo estaba haciendo muy mal.

Kratos alzó una ceja, su expresión indicaba que no estaba muy seguro de aquella explicación tan poco razonable según su juicio. Al fin, bufó malhumorado y se retiró hacia atrás.

-¡Oh vamos, por todos los diablos! ¿Casualidad?...¿En esta ciudad donde tantas razas moran juntas? Si fuera otro lugar aun...Y dice que...si me parece interesante...-dijo con cierta ironía, hablando para sí mismo- Por supuesto que me lo parece..-concluyó al fin, volviéndose hacia él- el cementerio es muy peligroso, pero bien...si dices que es así..así será.

Efectivamente se había equivocado, pero le miró casi con el disgusto de no haberse mantenido con la boca cerrada a tiempo.

-Eh vamos... no te enfades..-dijo tratando de arreglarlo cogiéndole de la camisa y tirando con suavidad de ella-. Lo que te digo es lo que he supuesto siendo humano... pero si sabes y dices que no lo soy... entonces las cosas cambian ¿mejor así?

Tenía razón y no había pensado en un punto importante ¿Cómo podía haberlo pasado por alto?..Kratos debía tenerlo todo bajo control porque si algo se le escapaba, si algo dejaba de estar como debía estar encontrarían algún resquicio por donde atacarle. Y aunque en ningún momento Bal había insinuado nada extraño su sentido del peligro se había activado y era sólo culpa de su propia necedad.

-No me enfado -dijo casi mecánicamente- pero hay algo que debemos hablar ahora que sé por donde te mueves...-respiró profundamente. Bal le había agarrado de la camisa, algo que no le disgustaba pero que aprovechó- tal vez no lo sepas, Bal...pero..no gozo de buena simpatía con algunos seres...y tú has entrado en mi casa, si vuelves...es posible que te dejen pasar sin problemas, no quiero prohibirlo..-dijo acercándose más a él. Estiró los brazos, uno a cada lado del cuerpo del chico y colocó las manos en el resplado de la butaca, de modo que su invitado quedó acorralado- tal vez tengas conocidos que me odien por...ahí....así que espero que no traiciones mi..confianza..-susurró aquello último en su oído, suavemente pero con cierta autoridad.

El muchacho se quedó súbitamente sorprendido, pero no quería ser desagradable de modo que no se movió más del sitio. Tampoco podría, a menos que le empujara, lo cual era precisamente lo que no quería hacer.

-Quién... iba a odiar a un hombre tan maravilloso como el que delante ahora se me presenta...-comentó sin tratar de ser sarcástico en ningún momento, quizás con algo de nerviosismo, estirándole la camisa y sacudiendo alguna mota de polvo que pudiera haber en la blanca tela con los dedos, mirándole después-. Pero... vamos, no se a qué te refieres. ¿Por qué iba a traicionarte? ¿Por conocer a alguien que pueda hablarme mal de ti o... algo asi?

Ante aquellas palabras Kratos no pudo más que sorprenderse. Le gustaban los halagos y mucho, siempre contribuían para elevar su, ya de por si altísima, autoestima. Le sonrió, complacido y contempló su rostro, como si lo estudiara a conciencia.

-Tienes buen juicio...Bal..-comentó mientras recorría su mejilla con suavidad con la yema de su dedo- no te equivocas, soy maravilloso y aún lo puedo ser más..-aseguró porque lo sabía. Kratos jamás alardeaba en vano- pero no me conoces lo suficiente para saber que si no lo tengo todo controlado...me....ofusco, tengo enemigos en muchas partes..y el destino es caprichoso. No quiero que lleguen a mí a través de ti en caso de existir..-susurró, sus ojos azules y penetrantes permanecían clavados en los de Bal, sosteniendo su mirada para que no la apartase- debes mantener la boca cerrada y seremos amigos.

Sin decir nada más posó sus labios sobre los del chico y los besó durante unos instantes. Después se apartó para comprobar su reacción.

Por supuesto, tardó en reaccionar. O mejor dicho, tardó en hacerlo patente y exteriorizarlo. No había podido hacer más que tragarse que su pulso se disparase de pronto mientras le miraba, ya cuando le estaba acariciando la cara, y al final. Cuando se separó de él fue cuando se escurrió bajo uno de sus brazos apartándose del demonio.

-No.. no puedes hacer eso... Soy demasiado susceptible, ¿sabes?-se quejaba hablando a toda prisa nervioso, señalándole con un dedo-. Primero me pasa eso y después pasa de luego...-dijo sin comprender lo que había dicho, pero es que ya no regulaba sus palabras-. Estoy rodeado todo el día de borrachos y muertos de hace más de 400 años... a quién voy a decirle nada de qué...-se acordó de decir sobre lo que le había comentado justo antes de que le besara-. Pero eso...-le miró de nuevo y volvió a alzar un dedo acusador-. Está totalmente fuera de lugar...

El chico quiso acercarse a él para pedirle una explicación pero aquellas tretas no servían más que para un local prácticamente a oscuras con la música a todo volumen y la gente dando tumbos contra él.

-Es... un peligro, ¿no? pero...-bajó el mismo dedo con el que le había estado señalando para apoyarlo de nuevo sobre su camisa, mirándole casi con pánico-. ¿lo... puedes volver a hacer?-dijo para luego poner cara de haber pedido la cosa más horrible del mundo.

El demonio se apartó unos pasos del chico, no deseaba estar en el centro de su furia repentina. Lo observaba con una expresión divertida en el rostro sin comprender gran parte de lo que decía, realmente no parecía molesto pero sí alterado y nervioso. Kratos se echó a reir, acercándose de nuevo a él.

-Vamos, vamos...¿Cómo va a ser un peligro? -dijo con una sonrisa en los labios, una sonrisa de diablo- es sólo un beso..inocente. Un beso que ha sellado un pacto de silencio...no entraña riego.

Volvió a observarlo con detenimiento, estudiando las líneas de su rostro y lo que mostraban sus ojos cuando le pidió que volviera a hacerlo. Sonrió de nuevo, atrapando a Bal por la cintura para atraerlo hacia su propio cuerpo.

-Tú que crees..-murmuró, su tono de voz era sensual sin dejar a un lado la amabilidad y la armonía que tanto le ayudaban en mometos como este. Pero era algo que no podía evitar, era un demonio y estaba en su naturaleza seducir. Y por ello volvió a juntar sus labios con los ajenos, besándolos ahora con más intensidad.

Tan pronto lo aproximó a él pudo sentir la candicez del cuerpo ajeno envolviéndose. Y aquel nuevo beso, ya más esperado y planeado, no hizo más que sumirle en un éxtasis extraño, y cmprendió lo que significaba la palabra demonio. Sin embargo, entremezclado con todo aquel calor agradable y los suaves labios de Kratos apresando los suyos podía hasta notar también que seguramente habría cosas ocultas, y además cosas horribles, de las que, mejor malo conocido, quizás no fuera buena idea saber demasiado.

-Está bien, está bien...-dijo tratando de volver en sí, apoyando una mano en el pecho del hombre y empujándose hacia atrás para separarse de él-. Me da la sensación de que contigo corro peligro... ¿verdad? Yo... ya tengo lo que quería...-fue diciendo mientras caminaba hacia atrás, señalándole la puerta-. Y será mejor que me vaya... gracias por eso.. y... las fotos...-el chico se pasó una mano por el cabello todavía nervioso, hasta que vlvió a mirar hacia la ventana-. ¿Te... importa que me de una vuelta por tus jardines antes de irme?

Sin duda aquel rechazo le disgustó y Bal pudo comprobarlo porque el semblante de Kratos se ensombreció en el mismo instante en el que fue apartado. Por dos razones la irritación se había apoderado de él. Una era que casi siempre lograba lo que se proponía, donde y cuando quisiera y esta vez había sido diferente por lo que no estaba acostumbrado. La otra razón era que el chico le había pedido repetir aque beso y, según el, ahora no tenía derecho a reaccionar así...era algo que no le competía pero sí le afectaba.

-¡Claro! ¡Ya lo veo!...¡Así sois todos! -exclamó, alzando los brazos y haciendo muchos aspavientos en sus quejas- En cuanto tenéis lo que andáis buscando os largáis..¡Interesados! ¡Sois peores que el diablo! -se dirigió a la puerta, malhumorado y con ceño fruncido- puedes pasear pero...ten cuidado con los perros.

Ninguno de sus animales era agresivo, al contrario, pero la amenaza se resumía en esto: si no quieres que te ataquen no te metas con ellos. Kratos salió de la estancia sin decirle nada más.

El chico se encogió sobre si mism cuando empezó a protestar y después de un momento sin reaccionar, salió tras el demonio.

-Eh... Kratos, espera... ¡Te has enfadado de nuevo!-le dijo tratando de alcanzarle, a penas mirando atrás un segundo y comprobar que había dejado la puerta abierta. Tampoco pensaba regresar a cerrarla-. ¿Kratos?-preguntó al aire parándose. Le había perdido de vista y le pareció que se había perdido él mismo, aunque no fuera tan complicado-. Todo el mundo se enfada conmigo...-dijo lloriqueando, mirando a su alrededor. Aquellos criados que tenía nunca estaban cuando se les necesitaba de verdad.

A penas unos segundos después de que Kratos desapareciera por el pasillo, dos criados se apresuraron a enfilar el corredor. Murmuraban entre ellos, deseando alcanzar alguna habitación en la que refugiarse.

-Qué jaleo se ha formado de pronto en el salón..
-Sí..qué miedo me dan cuando se comportan así. Ojalá nadie nos busque hoy porque...estoy aterrorizado..-el chico temblaba de pies a cabeza, iba encogido sobre sí mismo, apoyándose en su compañero para caminar. Nada le había ocurrido, lo que sucedía es que era un joven muy impresionable.

Fue en aquel momento que se encontraron con Baladaur. Uno de ellos lo reconció enseguida pues poco tiempo antes le había llevado un vaso de agua.

-¡Señor! ¿Está usted bien? -se apresuró a preguntar, acercándose hacia él- ¿Se ha perdido?..¿Qué necesita? Dígamelo, señor..

El chico se giró hacia el criado que le había hablado y le miró algo sorprendido.

-La verdad es que si, me he perdido... Pero es que estaba buscando a Kratos... se fue...-dijo señalando hacia el pasillo-. se enfadó conmigo...-comentó volviendo a emular el lloriqueo antes de resoplar y mirarle de nuevo-. ¿Ha ocurrido algo? Estáis todos alterados...

Comentó antes de volver a mirar hacia el pasillo. No sabía si le volvería a encontrar, aunque lo que había ido a hacer ya estaba finalizado, se le notaba en la cara que no había quedado cómodo con las últimas palabras que le había dirigido el demonio.

-¿Me puedes acompañar a la salida? Debo irme ya-le pidió finalmente.

El criado, boquiabierto, miró a Baladaur y después a su compañero. Éste seguía compungido pero logró hablar con voz trémula.

-El señor..está en..en el salón, si le busca...
-Cállate, William..-le increpó el otro. Era mucho más sensato que su hermano y si bien estaba asustado podía disimular tan bien que a penas se le notaba. Se acercó a Bal, deseando responderle a su pregunta con confidencialidad y a modo de susurros pues las criaturas tenían un oído muy fino- ya sabe usted lo que ocurre cuando tantos seres de esa índole se reunen...Aquí todos suelen ser bastante pacíficos pero hoy uno de ellos ha tocado algo que no le pertenecía y el señor ha intervendido..
-Creo que estaba enfadado por algo...-William tembló al recordarlo- estaba muy furioso...-y rompió a llorar. No era más que un niño de catorce años y aquello era demasido para él.
-Will, ya te dije que éste no era lugar para ti. Por qué no te vuelves a casa y..
-¡No John! necesitamos el dinero..debo trabajar -musitó, aferrándose a su hermano- y aquí pagan bien..

John suspiró tan profundamente que tal pareciera quedarse sin aliento. Movió la cabeza de lado a lado, compadeciéndose de la suerte de su hermano y volvió a concentrarse en el invitado.

-Le acompañaré a la salida..-dijo finalmente con el tono sumiso y servicial que debía gastar- sígame..-pidió, indicándole el camino que debían seguir- cuando pasemos por la puerta del salón, no se asuste usted...

Tan solo pudo observales a ambos sin intervenir, escuchando lo que le decían para finalmente asentir con la cabeza.

-Sólo quería despedirme de él, pero... Si está la cosa así mejor me voy sin más-le dijo al que de nuevo se había ofrecido para llevarle hasta la salida y caminó junto él-. ¿Por qué iba a asustarme?-preguntó pegándose a él mientras observaba los cuadros.

En realidad no les estaba prestando atención a las pinturas, pero después de haber terminado la visita como lo había hecho, necesitaba concentrarse en otra cosa.

-Puede despedirse de él si quiere, no le va a hacer daño -dijo el criado con amabilidad mientras lo conducía por el enorme corredor. De las paredes pendían pinturas y tapices y las llamas de las velas ondeaban sobre los candelabros- ahora lo verá...

Estaban llegando al salón, para continuar hacia la salida debían pasar por delante de la doble puerta que deba entrada a la estancia. Se hallaba abierta y todo en el interior parecía un caos. El suelo, el sofá y una mesita estaban empapados de sangre y los inivitados, revueltos, murmuraban sobre lo acontecido.
-Ha hecho lo que debía, son sus propiedades..-comentó un vampiro que parecía divertirse con aquello.
-Es un salvaje...no era para tanto -dijo otro. Por suerte para él la sangre de licántropo no le afectaba y podía manifestar su desacuerdo sin verse turbado.

Cuando los criados y Bal pasaron frente a la puerta, todas las cabezas se volvieron y todas las miradas se concentraron en ellos, inclusive la de Kratos, que se hallaba en el centro de la habitación, cubierto de sangre. Nadie pronunció una palabra pero tampoco nadie les quitó el ojo de encima. Variaban sus expresiones entre el disgusto, la sorpresa y la pesadumbre.

-¡Ahí va mi invitado! -exclamó entonces el demonio- ¡Ya se va usted! ¡Pues vaya con Dios! -y le hizo una ligera reverencia para penetrarle después con sus ojos azules.

El chico contempló toda aquella escena bastante espectante, sin mediar ni una sola palabra, hasta que de nuevo tuvo al demonio frente a él. Cada vez aquel nombre se lo ganaba más. Observó todas sus ropas empapadas en sangre y le miró con cierto recelo, aunque con toda aquella gente delante simplemente se guardó todos sus comentarios. Estaba claro que era un tipo extraño, peligroso sin duda, y difícil de tratar.

-Si... si me voy ya-le dijo mirándole un momento antes de devolver la vista inconscientemente al resto de la gente-. Gracias de nuevo por haberme descubierto eso. Si que sois útiles los demonios...-comentó alzando una ceja y retirándose hacia atrás, buscando al criado.

El criado empujó a Bal para que siguiera hacia adelante. No le gustaba estar en el centro de todas aquellas miradas no sabiendo en qué pensaba cada uno o si se convertiría él o su hermano en el refrigerio de alguno de ellos.

-¡Por supuesto que somos útiles, por eso tenemos taaantos adoradores! -aún cuando ya habían pasado de largo pudieron escuchar al demonio seguir exclamando.
-Por aquí señor.

Doblaron una esquina y siguieron otro corredor, y luego otro hasta que estuvieron finalmente en la puerta principal. William agarró el pomo aún temblando y la abrió, aprovecharía ese momento para salir al jardín y respirar un poco de aire fresco.

-Señor ¿Quiere que George, el cochero, lo acompañe hasta la verja en el automóvil?...-preguntó John, mirando a Bal con cierta aflicción- está lejos..